En observación

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

27 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La sala de observación se divide en cubículos de tres paredes que miran hacia la zona en la que se mueve sin descanso el personal sanitario. Las camas apoyan sus cabeceras contra las paredes laterales. Cuatro por pared. Me colocaron al fondo del lado izquierdo. Y entonces lo vi, en una camilla extra, perpendicular. Primero vi el grandioso tatuaje de su brazo derecho: un dragón que ascendía desde la muñeca. Calculé que éramos los más jóvenes de la sala. Llevaba el pelo corto y bien arreglado. Estaba partiendo una manzana amarilla con una mano sola. Se acercó una enfermera y le dijo que tenía que irse para casa. Él no contestó. Pero cuando la enfermera ya se había dado la vuelta, dijo casi para sí: «Yo no tengo casa, señora. Si me invita usted a la suya…». La enfermera aguantó sin volverse, y yo me adormilé hasta que la escuché repetirle que tenía que irse, que ya le había dado los retrovirales, ya había descansado, ya no había más que hacer. Él dijo que no se podía vestir. Ella pensó que estaba esposado a la camilla y pidió que le liberaran la mano izquierda. Pero él le explicó: «Soy hemipléjico, mujer». Ella: «Pues entonces, vístase». Un enfermo mayor, escandalizado, dijo a la enfermera que ayudara al pobre hombre. La enfermera lo ignoró. El otro vistió muy rápidamente su terrible delgadez con una sola mano. Pero no se movió hasta que volvió la enfermera. Dijo que necesitaba una silla de ruedas. Ya solo pretendía jugar la prórroga. Ella le preguntó: «¿Cómo ha entrado?». «Andando», dijo él. «Pues salga andando». Se puso en camino enseguida bajo la fingida indiferencia de la enfermera. Qué ganas de aplaudir. «Como una madre de las buenas», pensé. La aplaudo ahora.

@pacosanchez