Volver a la caverna

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CON LETRA DEL NUEVE

OPINIÓN

03 jun 2017 . Actualizado a las 11:06 h.

Una de las lecciones más ásperas y sobrecogedoras de la vida consiste en descubrir que, al contrario de lo que quisiéramos creer, la historia de la humanidad no siempre progresa adecuadamente como aquellas notas de la Logse. Más que una hermosa parábola ascendente, la biografía del Homo sapiens es un accidente geográfico. 

Pero ni siquiera este empeño tan nuestro por retroceder una y otra vez al abismo podría explicar por qué en el 2017 tenemos que ver a un tenista llamado Maxime Hamou lanzarse de morros, ante las cámaras de televisión, sobre la periodista de Eurosport Maly Thomas. Tampoco entendemos por qué la reportera, además de soportar el acoso físico del deportista, tuvo que aguantar las risas babeantes de sus compañeros (es un decir) de canal.

La obstinación de la especie por regresar a la caverna tampoco acaba de hacernos comprender cómo a estas alturas de los siglos un tal Eduardo Lorenzo, abogado de Sada, pone por escrito que «una cosa es el homosexual discreto y respetable y otra muy distinta el maricón ostentoso». El mismo intelectual hilvana pensamientos de esta altura: «A mí me gusta recrearme en el gracejo y desparpajo de una mujer pizpireta cuando se contonea mientras friega la loza, con su cuerpo amoldado al mandil, a la esponja y al Fairy».

Tal vez lo más aterrador de todo esto no sea el troglodita en sí, sino el coro de cromañones que le ríen la gracia al cavernícola. Porque mientras no se callen esas risas, el macho seguirá chapoteando en la ciénaga, orgulloso de creer que el universo orbita alrededor de sus gónadas.