Izquierdistas, policía y cuerpos represivos

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Disolución de los cuerpos represivos»: de entre todas las consignas que grité cientos de veces corriendo delante de los grises durante mis dos primeros años en la universidad esa fue la más repetida sin ningún género de dudas. Hacerlo en 1975 y 1976 tenía sentido, pues la policía que nos zurraba la badana estaba al servicio de una dictadura y reprimía con sus porras, botes de humo, pelotas de goma y gases lacrimógenos el ejercicio de las libertades democráticas. Por eso era un cuerpo represivo y por eso quienes aspirábamos a acabar con el régimen que les daba ese carácter pedíamos su disolución.

Lentamente al principio, y a gran velocidad después, la llegada de la libertad transformó de modo radical el carácter de aquellos cuerpos policiales. Cambió su aspecto (del gris al marrón y al azul luego), pero cambió sobre todo su función. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado -denominación de la Constitución- asumieron entonces la misión de la policía en los Estados democráticos: proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana, por decirlo, de nuevo, con las palabras de nuestra ley fundamental.

No deben creerlo así los partidos de nuestra disparatada extrema izquierda, que estos días han vuelto a demostrar en Santiago que a ellos lo que les va, incluso cuando están en el gobierno, es oponerse. Y si quien actúa es la policía, pues también, porque ¿qué hace la policía «del sistema» sino reprimir a «la gente»? Tal reacción instintiva -ver en la policía democrática un cuerpo represivo- es la que ha llevado a Compostela Aberta, BNG, Anova y En Marea a considerar desproporcionada una acción policial de desalojo de un edificio tomado por okupas, pese a que los seis heridos que la trifulca provocó fueron todos policías, cinco de los cuales causaron baja después por sus heridas. Y tal reacción instintiva y demencial es la que ha llevado al alcalde compostelano, a los miembros de su grupo municipal y a los de los partidos que lo apoyan a no interesarse por el estado de los agentes heridos, intolerable silencio que con toda la razón ha denunciado el Sindicato Unificado de Policía.

La policía que actuó en Santiago en cumplimiento de una orden judicial y en defensa de los derechos de un ciudadano es la misma que protege a los niños de las redes de pederastas y a las mujeres de la violencia machista; la que lucha contra las redes de tráfico de drogas, armas o personas; la que desmonta los grupos yihadistas; la que combate la piratería informática y los delitos ecológicos; la misma, en fin, gracias a la cual, podemos vivir razonablemente en paz y en libertad, frente a una delincuencia cada vez más organizada y peligrosa.

Pero esa verdad tan elemental no logran entenderla quienes observan el mundo a través de un filtro ideológico que todo lo deforma y que les hace ver a un represor donde hay un garante del cumplimiento de la ley. ¡Menudos gobernantes!