Nadal gana a Nadal

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

13 jun 2017 . Actualizado a las 08:20 h.

Este Nadal es capaz de ganarle a aquel Nadal. Ojo con él. Está desatado. Bromeaban en las redes con que juega contra una pared y le gana. Creo que en este momento juega contra el Muro de Berlín antes del 89 y lo derriba. Lo enterramos antes de tiempo, algo muy español. Nos encanta tumbar mitos o por lo menos tirar a dar. Siempre buscamos el error en el que triunfa. Nos gusta buscarle las cosquillas al héroe. Pero con Nadal vamos mal. Los jugadores de élite de cualquier deporte pasan por momentos, sobre todo cuando son grandes de verdad y su carrera es larga y fructífera. Es lo que pasó con Rafael Nadal: unas temporadas en el infierno. El dolor. El cuerpo que dice basta. Las rodillas maltrechas. Hasta el hastío de la parte de Sísifo que tiene el tenis y cualquier disciplina o trabajo. El deporte se parece a la vida y así es que nos atrae tanto. Subimos y bajamos. Y volvemos a subir. Dentro de nosotros hay siempre un héroe, un pringado y un tirano. La combinación de los tres es clave. Los jugadores perfeccionan sus golpes, su técnica, sus trucos. Nadal está otra vez con su mirada de siux, de caza, en la cima. Lo de Roland Garros fue bestial. Casi inhumano. Lo hizo más brutal que Stan Wawrinka jugó un tenis enorme. Con ese aspecto que tiene de ogro de Shreck, golpeó la bola con todo, pero ni así. Le devolvía los golpes alguien que juega al tenis con una maza. Con el martillo de Thor. Nadal parece que le da al gong ese que tienen para la hora en Oriente. Y el «goooong» gigante que provoca te deja sonado. Pero hay dos elementos claves en este reconstruido Nadal. Uno, la mejora en el revés cruzado, más cruzado que nunca. Lo dijo su tío: siempre le costó, pero ahora lo hace con esa facilidad a la que solo se llega con la experiencia. Cruza la bola como si le estuviese cruzando la cara al rival y la pone, como un beso de veneno, sobre la línea blanca. Y el otro, las piernas. Nadal siempre llegó a todo. Pero ahora lo hace con una rapidez inaudita. Casi de adolescente. Se le ve más fino. Nadal siempre fue más de piernas modelo Arantxa Sánchez Vicario. Y en París sus piernas eran como las de Bolt, tenaces, pero ágiles. Plumas movidas por el viento del que solo sabe ganar o ganar. Por favor, no le vuelvan a enterrar antes de tiempo. Los juncos no rompen, solo se mecen.