¡Que Dios nos libre del cielo!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

14 jun 2017 . Actualizado a las 08:32 h.

La sesión empezó con un discurso de duración casi castrista (¡dos horas y cuarto!) y de una insólita dureza. Amparada en la inviolabilidad parlamentaria por virtud de la cual puede un diputado, sin asumir responsabilidades civiles o penales, tachar de delincuentes a sus adversarios en el hemiciclo, la idea central de Irene Montero fue que el Gobierno y el PP son un grupo criminal. Y así, por estar el Gobierno, según Podemos, en manos de un partido autoritario y machista, colonia de Alemania, franquista y saqueador, que se dedica a delinquir y ha deteriorado gravemente nuestra democracia, un partido que ha convertido la Constitución en papel mojado y la corrupción en su forma de gobernar, echarlo a la calle supondría una urgente necesidad de la nación (de naciones, dijo la diputada, por supuesto). De ahí la moción de cesura. 

En el mismo clavo golpeó el candidato, Pablo Iglesias, que con su pedantería habitual nos colocó una lección de historia destinada a dejar claro que la España democrática del 2017 es por culpa del PP y de la supuesta trama a la que sirve (los medios de comunicación, el Ibex 35, la casta, los jueces y fiscales comprados) como la de la Restauración. Es decir, como aquella en que no había plena libertad de partidos, ni sufragio universal, ni elecciones libres y competidas, ni un verdadero régimen de libertades y derechos. Pero todo eso, claro, al líder de Podemos le da igual. Luego, tras el Iglesias historiador, apareció el presunto estadista, que nos obsequió, en otro discurso interminable, con un verdadero batiburrillo de medidas de gobierno destinado a hacerlo parecer alternativa.

Entre ambos discursos, el presidente del Gobierno censurado, que respecto de la corrupción que asola al PP se limitó a echar balones fuera, acertó de pleno en la diagnosis de la situación que ha llevado a Podemos a presentar una censura que sabía perdida de antemano: intentar recuperar la iniciativa política en un momento en que la situación económica y social del país ha mejorado a todas luces y sigue haciéndolo a mayor ritmo cada día. Como dijo Rajoy, «ustedes necesitan que las cosas vayan mal», juegan al «cuanto peor, mejor», «necesitan las malas noticias como el comer y si no las hay es igual porque las fabrican».

«Ahí le ha dao», que diría Pepe Isbert: desde el momento en que fue elegido líder de Podemos, Iglesias vio en la crisis económica «la ventana de oportunidad» (son sus palabras) para llegar al poder y expresó su temor de que las cosas se les complicarían si la crisis se acababa, por así decirlo, antes de tiempo. Iglesias y Montero aprovecharon ayer al máximo, en dos intervenciones televisadas y sin límites al uso de palabra, su oportunidad, hecha en fraude de la Constitución, para tratar de convencer a los suyos de que, pese a la vuelta de Sánchez, Podemos es quien garantiza acabar con el infierno del PP y entrar en el cielo de una vez. Un cielo que, visto de cerca, da auténtico pavor.