Una vil ventana

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua LA TRAPALLADA

OPINIÓN

16 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un trozo de cartón fustiga cada tarde el marco de la ventana, cuando la brisa se levanta, en una vieja casona familiar, ya deshabitada. El temporal que azotó el sur de Galicia en el mes de enero arrancó la ventana anterior y, desde entonces, solo un par de cartones cubren el vano y separan el interior del hogar de la intemperie.

Los propietarios querían ir por lo legal: pedir presupuesto, solicitar la pertinente licencia municipal, pagarla, colocar la ventana... y esperar al siguiente temporal. A principios de marzo pidieron el permiso al Ayuntamiento. No lo obtuvieron. Porque no estaba claro si los propietarios de la vieja casona familiar querían colocar un marco de madera con varias piezas de vidrio o si pretendían cometer una vil agresión al patrimonio cultural gallego. Es algo que tienen que decidir los expertos de la Comisión Provincial de Patrimonio. «Es que la plaza está catalogada», se excusa el arquitecto municipal. Así que para poner una ventana en un hueco en el que ya había una ventana del centro de este pueblo que no llega a los diez mil habitantes, que se ha convertido en un inhóspito aparcamiento, cementado hasta la extenuación, poblado de casas vacías y con un sentido estético muy modesto pero, eso sí, catalogado, tiene que reunirse una comisión. Y lo hace solo cada tres semanas. Si hay suerte, tratan el expediente. Si no, otras tres semanas de espera. ¿Y si aguardas varios meses y al final no te dan permiso?

Mientras tanto, la casa sigue deshabitada. Y un trozo de cartón fustiga cada tarde el anciano marco de madera, como lleva haciendo los últimos cinco meses. Pero quejémonos de que en este país la gente haga obras sin licencia, lloremos la despoblación del rural y acabemos con el feísmo creando comisiones de expertos.