De hijos y padres

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

CARLOS CASTRO

04 jul 2017 . Actualizado a las 07:26 h.

En verano, con los campamentos, ¿quiénes se libran de los hijos: los padres o los niños de sus amantes progenitores? No lo tengo claro. Por algunas escenas que se ven en las despedidas parece que son los padres los que más sufren la separación de sus criaturas. Y es que en apenas décadas le hemos dado una extraña vuelta a la educación de nuestros hijos. Primero, aclarar que ni antes ni ahora tenemos ni idea de cómo se cría a un chaval. Los niños vienen sin manual y lo que hacemos todos es irle poniendo buena voluntad, horas, cariño y dinero, el que puede. Pero es impresionante recordar cómo hemos pasado del señor respetuoso y el usted con el que nuestros abuelos trataron a sus padres al colega/amigo excesivo y mimoso de hoy. Un hijo nunca es un amigo. Nuestros padres también trataban de usted a los suyos. Y luego nosotros, que ya les empezamos a llamar papá, pero con cierta distancia, no con las confianzas de hoy. Somos los hijos del baby boom los que estamos medio atolondrados con los niños. Los tratamos como a Kim Jong-Un y así nos va. Los campamentos de verano vienen bien, porque los chavales dejan la adicción a las maquinitas y dejan la adicción de sus padres por ellos. Y vuelven a lo de toda la vida: estar con chavales de su edad, buscarse la vida y romperse un poco las rodillas. El cambio lo contaba en una entrevista muy bien la exquisita escritora belga Amélie Nothomb. El periodista le pregunta: «Dice usted en el libro que hasta 1975, más o menos, los hijos se sentían obligados a seducir a sus padres. A partir de entonces, son los padres quienes se esfuerzan por seducir a sus hijos». Y ella, nacida en el 67, contesta con certeza: «Tanto yo como mis hermanos queríamos agradar a nuestros padres, llamar su atención, eso hacíamos los niños de antes. Después de 1975, sobre todo en las grandes ciudades, empezó a ocurrir lo contrario. Ahora los padres viven en la angustia de no complacer a sus hijos, de no interesarles. El mundo ha cambiado». Ahora son los padres los que no saben vivir solos, sin mimar a todas horas a sus pequeños. Agradarles sin parar. Va a ser necesario crear campamentos de padres y madres para espabilarnos.