Cuidado con la crisis de la democracia

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Sergio Barrenechea | Efe

16 jul 2017 . Actualizado a las 10:04 h.

Cuatro décadas no es nada. No entiendo que haya voces que se plantean una crisis de la democracia española por sus cuarenta años. Ni a los cuarenta años ni a los cincuenta: nuestra democracia es joven. La democracia, con garantías, siempre es el mejor sistema de los posibles. Un amigo me envía un artículo en prensa que subraya que, en efecto, nadie va a echar de menos el Nodo y su blanco y negro, de información rancia y monolítica. Pero, insisto, siempre es mejor la democracia que cualquier otra fórmula por mucho que Borges dijese aquello que le costó el Nobel de literatura de que «la democracia es un curioso abuso de la estadística». Otra cosa a debatir es hasta dónde se puede tolerar la perversión de la democracia. Es difícil establecer los límites y sobre todo elegir quién decide esos límites. Como diría el gran David Hume, aquel genio escocés y filósofo, solo tenemos la experiencia sensible, las impresiones, para decidir y, con ellas, tenemos que ir viviendo día a día. No queda otra. Y así van cuarenta años en España. Buenos, malos y regulares. Cuando algunos políticos cuestionan la Transición, que no fue una santa transición, pero tampoco una apestosa transacción, como algunos juzgan alegremente, no se dan cuenta (o sí) del daño que nos hacen a todos. Con tanto poner a parir nuestra democracia le hacen un flaco favor al sistema que permite que los que rajan tengan sus escaños. Hay que tener cuidado. El debate es sano, necesario, estimulante. El peligro es que degenere en insultos y prejuicios que solo provocan bandos. La eterna amenaza de las dos Españas no puede volver ni como sombra de ojos. No vaya a ser que nos pase aquello de que se la cargan entre todos y luego ni siquiera sepamos quién fue el que la mató.