La cara de Martin Landau

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

18 jul 2017 . Actualizado a las 08:44 h.

AMartin Landau te lo creías tanto cuando interpretaba que una no puede más que pensar que el que se ha muerto en realidad es Judah Rosenthal, el prestigioso oculista al que le dio vida en Delitos y Faltas, de Woody Allen. Hoy que se recuerda su excepcional papel como Bela Lugosi en Ed Wood, su primer éxito televisivo en Misión: Imposible o su aparición en Con la muerte en los talones, yo no puedo más que ver en Landau a Judah Rosenthal. El médico atormentado por la culpa, enredado en la pasión de su amante, Dolores (la magnífica Anjelica Huston), y asfixiado en el laberinto de la conciencia. Landau tenía esa dualidad, también física -no solo emocional- de generar en el espectador atracción y rechazo al tiempo, una bondad monstruosa que lo erguía en la pantalla siempre como un auténtico ser humano, un ser capaz de cualquier cosa. Con esa ternura que daba miedo.

En la piel de Judah demostró que esas dos caras conviven a la perfección cuando la vida se nos va de las manos. La vida construida de años de trabajo, de la familia, de rutina. Todo por el desliz de un enamoramiento que lo ahoga cuando Dolores lo amenaza con contarlo. Landau consiguió con ese papel que entendiésemos lo que despreciamos de Judah y de nosotros mismos, el infierno de lo perverso y la necesidad de racionalizarlo, de negarlo para sobrevivir. Con esa cara de Martin Landau me quedo. El rostro de la normalidad que da miedo.