El parto de los montes

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

22 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Nascetur ridiculus mus, así interpretó Horacio a Esopo, para señalar que el parto de los montes parió un ratón, pero en esta ocasión no fueron los montes en plural, fue en Monte Alto, el popular y épico, el combativo barrio coruñés, donde una ciudadana se encontró un ratón en su casa y alarmada por su perro, que por cierto estaba temeroso y asustado, lo capturó con un cubo, auxiliada por su cuñado y blandiendo un espray que atontó (sic) al humilde roedor.

 La mujer alertó telefónicamente a la Policía Local para que retiraran al ratón, lo que no hicieron de forma inmediata citando para el lunes -esto aconteció el sábado- a propietaria y roedor.

Roedor, que por cierto, era una rata conservadora y astuta, pues según la inquilina de la casa, hurtaba pienso del can y lo escondía en la parte de atrás de la lavadora para proveerse del citado alimento cuando el hambre llegara. Tenía acogotado al perro, pues el sibarita roedor fue pillado in fraganti acostado en la cama del can.

Ya no quedan perros como los de antes, ni ratones, que aprendieron a convivir con los humanos y coger más confianzas de las propias de su especie. Acaso le hubiera convenido tener un gato en la casa, porque los perros no cazan ratones. Fue abatido dentro del cubo donde estaba retenido, y que a juicio de la relatora de tan extraordinario suceso estaba todo mordido, tal era el hambre canina, y nunca mejor dicho, del pobre ratón, que murió víctima de un ataque de amoníaco.

La historia relata que el intruso y su cubo prisión de plástico fueron arrojados al contenedor más próximo.

Acaso el ratón no era otro que Pérez buscando dientes de infantes en un edificio de Monte Alto, y el invasor fue capturado y denunciado a los medios de comunicación locales como denuncia de lo que la Policía y la Concejalía de Medio Ambiente no quisieron o no pudieron atajar solucionándolo. ¡Lo que hay que ver! La Policía Local indudablemente está para espantar, e incluso capturar ratones domésticos, o era una rata de campo, quién sabe.

Ya ven cómo el parto de Monte Alto dio a luz, alumbró un roedor. Y yo que en mi imaginario de novelista fantaseaba con los ruidos nocturnos cuando en las noches de noviembre la lluvia golpea acompasada contra los cristales de las ventanas y escuchas una puerta que se cierra, unos pasos en la calle, y cómo corretea el ratón del hogar por el desván de la casa, y luego llega el sueño y te duermes. Hace mucho tiempo que se alejó de mí esa fantasía, pero si vuelve llamo de inmediato a la Policía Local y a los medios de comunicación. Y vaya si no me resuelven el ataque del roedor solitario. Hasta ahí podíamos llegar…