Quiero cansarme contigo

José Ramón Amor Pan
José Ramón Amor Pan LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

29 jul 2020 . Actualizado a las 10:47 h.

A estas alturas todos sabemos que covid-19 es el nombre de una crisis global. Aunque parece que llevamos con ella una eternidad, lo cierto es que son solo cinco meses. Y lo que es peor, todavía no ha terminado y puede que no se acabe pronto.

Las secuelas sociales y económicas van a ser brutales, aunque todavía estén sin definir bien porque las incógnitas sanitarias persisten. Con un factor añadido: se va a aprovechar la ocasión para avanzar de manera rápida en la digitalización de la sociedad, lo cual va a tener un impacto descomunal en el empleo, mientras unas pocas empresas verán cómo sus ganancias se elevan a niveles absolutamente inimaginables. Esto no hará sino echar sal en las heridas ya abiertas por la pandemia. En definitiva, unas divisiones económicas que van a desgarrar el tejido de nuestra sociedad y van a poner en tela de juicio nuestra comprensión de la dignidad humana y el propio sentido de la vida.

Resolver esto va a implicar una definición de comunidad que rechaza cualquier provincianismo. El «América primero», que en España podríamos traducir por «Cataluña primero», es una memez de dimensiones cósmicas. Menos arrogancia, más sentido común y mucha más solidaridad. Todos estamos llamados a hacer nuestra parte, con humildad y respeto mutuo.

En este contexto, considero que estamos llamados a vivir el camino de iluminación espiritual que nos han presentado a lo largo de los siglos los grandes profetas de la fraternidad humana, como cuando Isaías se preguntaba qué es lo que agrada a Dios: «Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora».

Vamos a ello. Quien de verdad se crea eso de «libertad, igualdad y fraternidad» y, en clave religiosa, quien realmente anhele dar gloria a Dios con su vida, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia. En los próximos meses nos van a hacer falta muchos pequeños hacedores de misericordia.