La barba de George Clooney

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

HENRY NICHOLLS

27 ene 2021 . Actualizado a las 09:13 h.

A George Clooney la primera ola de la pandemia lo atrapó en su casa de la soleada California, pero sin servicio doméstico para dar lustre a sus suelos. Por eso asegura haberse pasado el confinamiento como cualquier otra persona, aunque entre las paredes de una mansión: haciendo coladas, fregando platos y entreteniendo a sus criaturas al mismo tiempo que teletrabajaba en la posproducción de la película que acababa de rodar: Cielo de medianoche. La barba desmadejada con la que el actor se echa años encima y escapa de su cliché de conquistador hipnotiza al espectador de este filme, que pinta una oportuna visión catastrofista mediante dos historias paralelas: de un lado, la Tierra ha sufrido un desastre que la sitúa al borde de la destrucción; del otro, una nave tripulada regresa de una misión espacial sin conocer lo que ha ocurrido más abajo de la atmósfera. El suyo es un personaje sentenciado, la única conexión posible entre un planeta condenado y el futuro de la especie.

Clooney aspira a contar algo más que una historia de ciencia ficción y propone una reflexión sobre la humanidad, el caos y la esperanza, una propuesta postapocalíptica atractiva que se diluye en sus muchas incongruencias. Ni siquiera el despliegue visual de los paisajes helados, el espacio infinito y la nave modernista ha podido lucir en todo su esplendor en la pantalla grande que la pandemia le arrebató.