Antes los ritos y celebraciones llegaban en octubre, el día del Caudillo, el día de la Raza, el inicio del curso. Más allá de un nuevo cumpleaños, septiembre era un mes de ritos escasos. Todo volvía a empezar lentamente, con esos ritmos de la vendimia de escasas novedades.
Escasas novedades también en tiempos de la Constitución, con el Poder Judicial, o la Reforma universitaria de Bolonia, que instalan en septiembre nuevos y viejos ritos. Ritos y vestuarios vetustos de inicio del curso universitario donde más relevancia alcanza el titular de la Xunta que los análisis y proyectos de la academia. Por más que en los últimos años la gran expectación septembrina corresponda a la apertura del año judicial. Un acto protocolario convertido en síntoma de un poder, el judicial. Asistencia incluida del rey y discurso de su presidente, que alcanza los mil días de prórroga de su mandato porque a algunos les va bien que sigan los que están, y a los propios de mandato caducado también. Por último, lluvias en septiembre o adelanto del veranillo de San Miguel con cosechas de uva del siglo, o no, y dulce de membrillo.
Sin embargo, para sorpresa de unos o pasmo de otros, la irrupción de dos dirigentes políticas ha abierto un amplio ventanal en la actualidad de Galicia. A la acreditada capacidad de gobierno de Yolanda Díaz, y su influencia en las lindes del PSOE, se añade su decisión de cargar con un esfuerzo de titanes. Dada la deficiente capacidad organizativa de Podemos y sus sucesivas escisiones y expulsiones, Yolanda Díaz arriesga con su anuncio de iniciar la organización de un proyecto de país. Y esto, aunque no específicamente gallego, si es novedad en septiembre. Acostumbrados en todo caso a asistir a luchas internas en las organizaciones políticas.
Lectura que algunos pretendieron hacer del anuncio de Ana Pontón para meditar sobre su continuidad al frente del Bloque. Meditación que la profesora Nieves Lagares analizó acertadamente -también el hacer político de Feijoo y el momento del PSdeG de Caballero- en La Voz: «El reto de Ana no es solo organizativo, es rehacer un modelo identitario que tenga sentido en la Galicia del siglo XXI». Análisis que lleva a recordar aquel artículo de julio de 2020 en el que Xosé Luis Barreiro, inducido por otro artículo de la también profesora Erika Jaráiz, explicaba el contexto de aquel Galego coma ti. Un texto suyo con los objetivos programáticos y estratégicos de la campaña electoral de Alianza Popular en 1981 que concluía: «mientras los nacionalistas le dicen al ciudadano ‘‘tes que ser galego coma nos’’, nosotros le vamos a decir ‘‘queremos ser galegos coma ti’’».
Y es desde análisis, tales como los de Lagares, Jaráiz, o López Silva, y desde las perspectivas y liderazgos políticos como los de Pontón o Díaz donde se encuentra lo nuevo en este septiembre. Son mujeres, necesarias para un futuro de Galicia asociado a España, Portugal y Europa. Más allá de que alguien logre al fin administrar, mal que bien, el ahora. Tan incierto y mal contado.