Camioneros

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

CARL RECINE

03 oct 2021 . Actualizado a las 10:44 h.

Tirar la moneda para ver si cae cara o cruz es lo más sencillo del mundo. Antes de un partido de fútbol, el árbitro no abre un debate con los capitanes sobre la idoneidad de que el equipo local sea el que realice el saque de centro. Se lanza la moneda y punto. Pero tiene sus riesgos. En el Reino Unido decidieron lanzarla con el brexit. Y el giro le creó a algunos la ilusión óptica de que había dos caras. Después, ya no había vuelta atrás. Incluso ingleses que habían votado contra la salida de la Unión Europea confesaban que no se podía hacer el ridículo de prolongar el adiós como si nada hubiera ocurrido. Formalizar la ruptura era cuestión de dignidad. Otra cosa son las consecuencias. Los mismos medios sensacionalistas que anunciaban que el brexit devolvería a los británicos el control de sus aguas publican ahora que «devastará la industria pesquera» con pérdidas millonarias. Decían que no volvería el roaming de las compañías telefónicas con países europeos y esas tarifas han regresado. Señalaban que los precios se abaratarían en el supermercado y estos días muestran las fotos con estantes vacíos. Y el propio Boris Johnson, que estaba orgulloso de aquel bus que anunciaba que fuera de la UE el Gobierno tendría 350 millones semanales más para la sanidad pública, es el líder que acaba de impulsar una subida de impuestos para financiar el sistema de salud. Es cierto que la falta de camioneros y las escenas de ciudadanos pegándose en las colas de las gasolineras como si fueran secundarios de una película apocalíptica no se lo esperaba nadie. También lo es que saltan voluntarios al fango de las redes sociales para decir que eso mismo sucede en Francia o en Alemania. Mucha cruz. Y mucha cara también.