Adiós a la policía de la moralidad

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

LEX VAN LIESHOUT | EFE

09 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay que ser muy lista o listo para darse cuenta de que el XXI es el siglo de las mujeres. Con todas las dificultades y trabas que llevamos viviendo desde el comienzo de los tiempos, las mujeres, por uno u otro motivo, de una u otra forma, ya no nos resignamos a seguir sometidas, discriminadas, ocultadas, silenciadas, vapuleadas en ningún ámbito y en ningún país. Pero, nuestra lucha no es una lucha reciente ni espontánea, nuestras bisabuelas, abuelas y madres ya iniciaron esta guerra en la medida de sus posibilidades, batallando día a día con esas pequeñas «opresiones» que sumadas obstaculizaron su progreso y el de toda la sociedad. Si hoy gozamos de igualdad de derechos, pese a los techos de cristal y otras barreras invisibles, es gracias a nuestras antecesoras.

Pero, en esta guerra que continúa veinticuatro horas al día, siete días a la semana, treinta o treinta y un día al mes, doce meses al año, cada avance milimétrico es susceptible de retroceder centímetros e, incluso metros en cualquier momento. ¡Qué se lo digan sino a las ciudadanas afganas a quienes ya se les prohíbe incluso salir a pasear a los parques!

No obstante, pese a estos significativos retrocesos hay motivos para la esperanza. Así, en Irán, tres meses después del asesinato de la joven kurda de 22 años Jina «Mahsa» Amini, a manos de la denominada «policía de la moralidad», los y las iraníes siguen manifestándose en las calles protestando por la intolerable opresión social y religiosa que padecen. Si emblemático fue el incendio de la casa museo del Ayatolá Jomeini, fundador de la ominosa república islámica, no deja de ser menos el anuncio del desmantelamiento de la odiada Gasht-e-Ershad o policía de la moralidad, puesta en marcha por el expresidente Ahmadineyad en 2006, así como la revisión de la obligatoriedad de llevar el hijab impuesta en 1983. Es obvio que algo se mueve en la cúpula religiosa y del poder en Irán, lo que falta por ver es si solo es un espejismo o tendrá continuidad, porque, desde luego, en esta ocasión l descontento en la calle no será fácil de aplacar.