La España descosida

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Rober Solsona | EUROPAPRESS

19 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo bueno de Murphy, a quien no admiro, es que sus leyes valen para un roto y para un descosido. España no ha estado, desde que yo tengo uso de razón, más descosida que ahora. Desde La España invertebrada de Ortega hasta hoy no hemos visto nada semejante. Desde la «España camisa limpia de mi esperanza y de mi palabra viva» de Blas de Otero hasta la España camisa blanca de Víctor Manuel, no recordamos unos episodios nacionales más capciosos. Y al Gobierno central parece no afectarle lo grotesco de la situación: el esperpento de los últimos días y de hoy mismo. Hacen o deshacen a su manera. Y el respetable está con las bolitas de Navidad y congelando el marisco, porque viene cada año más caro, y no tiene tiempo para pararse en el golpeo a la Constitución y al Estado de derecho. No hay remedio. Esto solo se arregla con elecciones. 

Pero el presidente Sánchez tiene sus cuentas echadas y, de momento, no hay prisa. Su apuesta se ha ido al corredor mediterráneo, que viene a ser lo contrario del corredor que nos interesa a los gallegos. Sus socios son los que son: independentistas catalanes (también sus émulos valencianos o mallorquines) y la izquierda del PSOE (léase Yolanda Díaz, Errejón, Pablo Iglesias y todo lo que ustedes quieran anotar en este paréntesis). No olvidemos a los nacionalistas vascos. Hace la suma. Y le da. Quién lo diría. Porque yo creo que las urnas van a echar humo una vez que se abran. Porque la gente lleva mal lo de la malversación, y lo de la sedición, y lo de poner a los ministros como magistrados del Constitucional. Porque no se puede legislar a la orden de Esquerra Republicana y sus adláteres. Porque la democracia, fustigada por el Gobierno, parece quejumbrosa y dañada.

Quizá Sánchez no ha leído a Murphy. El de las leyes, que siempre me pareció un hablador de feria, de aquellos que subían sobre una caja de madera y loaban el elixir que curaba el reuma. Por ello, si Sánchez leyese «si algo puede fallar, fallará», se echaría a reír para que lo escuchasen hasta en Fisterra. Es el presidente. Y en su intención está seguir siendo presidente por los siglos de los siglos, amén. Parece situarse por encima del bien y del mal. Y no se sonroja. Era el hombre que no indultaría, e indultó. El que no gobernaría con Podemos, y gobierna. El que jamás estaría al lado de Bildu, y ahora forma parte de su cuadrilla de acólitos. No va más, dicen en los casinos cuando todas las apuestas están cerradas. No lo creo. Ahora no dejan de repetir que no se celebrará, como aseguran sus socios catalanes, un referendo de autodeterminación en Cataluña. A estas alturas, ¿alguien puede creer al PSOE y en el PSOE? Al equipo de Sánchez no le ha bastado burlarse de todos nosotros (dicen, incluso, que la malversación no ha rebajado penas), su intención parece ser deshilvanar el país. Tal vez Ortega inventaría un nuevo sintagma: la España descosida.