Los letrados no piden un aumento salarial sino una adecuación a su trabajo real, —con lo cual cobrarían más, no menos—. Dicen que se trata de referenciar sus ingresos a los de los jueces, por abajo, —no, por ejemplo a los de los administrativos, por arriba—. Parece que el sueldo medio real que cobran ronda los 49.000 euros anuales. El lector, si así lo desea, puede referenciar a esta cifra su propio sueldo. El caso es que para que les den lo que piden han montado una huelga de la que se acaban de cumplir dos meses, con gran éxito. Han conseguido suspender 360.000 juicios y han paralizado 1.280 millones de euros en los juzgados. Aun cuando la huelga no es secundada por la totalidad del colectivo, su sistema en la práctica lo alcanza todo. Es como un campo minado. Al contrario que otros huelguistas, los letrados no avisan, de manera que si usted tiene una citación acude como quien va al casino. Puede que haya huelga o puede que no. Pero usted no puede dejar de ir. Aunque viva en Las Palmas de Gran Canaria.
Parece que mañana van a llegar a un acuerdo, y si eso ocurre, los ciudadanos, con nuestro innato síndrome de Estocolmo, les estaremos eternamente agradecidos. A mí, qué quieren que les diga, me parece que los letrados se han venido arriba, como ocurrió hace un año con los trabajadores de la recogida de la basura, que comenzaron no recogiendo, siguieron volcando contenedores y acabaron quemando camiones.
Y como todo esto pasará, que diría Milena Busquets, yo lo dejo escrito para la hemeroteca.