Ellos y nosotros

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Raul Caro | EFE

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre que llegan estos días de Semana Santa, pienso maravillado en todos esos miles de personas que —como los sapos de ciertas regiones terrosas y secas, que cuando llueve da la impresión de que caen con la lluvia del cielo— aparecen con una devoción elaborada y serena, de cuya existencia uno no tenía la mas remota sospecha porque durante el resto del año permanecía dormida, y, como el valor, que se dice que surge en los momentos más inesperados, se revela ante nuestros ojos y nos deja la sensación de que estamos fuera de juego, de que no nos enteramos de nada. Los años y los turistas han ido consolidando lo que podríamos considerar una rama del mundo del espectáculo que, en unos sitios más que en otros, alcanza cotas dignas de Cecil B. DeMille. Y, como siempre que suenan los tambores, que se inventaron para eso, las entrañas tiemblan y aparece la emoción que no se puede explicar con palabras —aunque yo desconfío de las cosas que no se pueden explicar con palabras— y que hay que vivirla para saber lo que se siente. Así se ganaban antes las batallas. Con tambores y con botellas de coñac Tres Cepas, conocido también como saltaparapetos. Yo tengo una amiga muy querida que es miembro de la hermandad del Gran Poder, que es la crème de la crème de las cofradías de Sevilla. Y a veces trata de explicarme lo que es aquello. Y yo, en mi defensa, me limito a declarar que soy gallego, pero me parece que eso tampoco se puede explicar con palabras. Que, como dicen ellos, hay que vivirlo.