Hablar y reír demasiado

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Víctor Lerena | EFE

19 abr 2023 . Actualizado a las 15:34 h.

La mujer del asiento delantero contestó, nerviosa, la llamada. Seguro que sabía que el tren no es un buen lugar para conversar por teléfono, pero su apuro delataba que al otro lado había un jefe al que convenía atender. Así que hablaron. Despacharon rápido un balance desigual sobre la comida de trabajo que al parecer acababan de celebrar. Ella arrancó la conversación satisfecha, pero al otro lado el jefe frustró sin miramientos su alegría. A él no se le oía, claro, pero era fácil deducir sus palabras. «Hablé lo normal», se excusó ella, un poco más desalentada. El tipo parecía insistir en su lamentable verborrea y ella persistía, cada vez mas deshinchada, en que solo había sido profesional y empática con unos clientes que hablaron tanto como ella. En cuanto colgó, la mujer del asiento delantero volvió a llamar. «¿Te puedes creer que me dijo que había hablado demasiado?», se quejó a alguien amigo, afligida. Hablar demasiado. ¿Cuánto es demasiado? ¿Calladita estaba más guapa? Sonreír demasiado. El domingo, Yolanda Díaz justificó su sonrisa, esa que la acompaña desde que la conocemos. Ahora parece un problema. «Se ríe demasiado», le reprochó Maruja Torres. «Se la voy a borrar», se propuso Jordi Évole. Los dos parecían esa madre que, siempre con amor, manifiestan su afecto con certificados de idoneidad: estás más gordita, esa falda no es para ti, esa carrera no es para ti, sonríes demasiado. Bombas para la autoestima. ¿A quién le molesta que Díaz sonría? ¿Por qué Évole y su sintonía confesa con la entrevistada fueron a deponer la sonrisa de la vicepresidenta y no le preguntaron por nada más, ni los ertes, ni el salario mínimo, ni la reforma laboral, ni Feijoo, ni la asamblea general de la ONU? ¿Y por qué Yolanda Díaz, que es una mujer seria, le entró al trapo?