El médico, del pañal a la mortaja

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Oscar Vázquez

07 may 2023 . Actualizado a las 16:11 h.

A través de la historia, la figura del médico ha pasado por épocas de respeto y reconocimiento alternadas con otras de desprecio y temor por parte de la sociedad a la que sirve.

Desde la gloria altruista de Hipócrates y Galeno hasta la desconfianza hacia su saber plasmada en los mitos románticos del dr.Frankenstein o mr.Hyde, el médico siempre produjo admiración y temor, respeto y rechazo.

La clave de estas oscilaciones afectivas entre el médico y la sociedad está en su relación. Cuanto mejor y más humana sea la relación médico/paciente, mayor será la confianza y más eficaz la cura. Esta verdad la describió el antropólogo Claude Levy-Strauss en El hechicero y su magia hace años.

 Recientemente, los trabajos de Barbara Starfield demostraron que una relación personal de confianza mantenida longitudinalmente en el tiempo entre el médico y su paciente, disminuía el número de hospitalizaciones, el coste de la asistencia y las tasas de mortalidad. En el 2022 un estudio noruego concluyó que mantener el mismo médico de familia durante quince años reduce un 30 % las visitas al servicio de urgencias, un 28 % las hospitalizaciones y un 25 % la mortalidad.

Hasta hace poco, uno decidía hacerse médico llevado por la admiración hacia algún familiar médico o hacia el médico de la familia. El médico de cabecera era el personaje que lograba las hazañas antes dichas por su constante disposición y el conocimiento adquirido sobre el enfermo, su familia y su entorno. El único especialista capaz de acompañar al enfermo y su familia desde el pañal a la mortaja.

La semana pasada la Real Academia de Medicina tuvo el honor y la satisfacción de acoger entre sus miembros al doctor Rosendo Bugarín, primer galeno en ocupar el recién creado sillón de Medicina Familiar y Comunitaria.

Por fin, esta importante especialidad recibió el reconocimiento merecido hacía años. La Atención Primaria, especialidad minusvalorada por muchos, es, sin embargo, el último relictus de lo que es un verdadero médico. Constatado por los datos y su función durante la pandemia donde fueron piedra angular de todo el sistema de salud.

Por mucho que se especialice la medicina, el médico de familia seguirá siendo el referente del paciente, aquel a quien consultar los augurios de los especialistas y el mejor tranquilizante para el enfermo dada su disposición y conocimiento privilegiado de él y su circunstancia.

Es necesario potenciar la Atención Primaria y es necesario que los médicos de familia tengan una estabilidad laboral que les permita ejercer su función de forma longitudinal disponiendo del tiempo necesario para llevarla a cabo. Todos los miembros de la academia, damos la bienvenida al nuevo miembro confiando en que haga valer y prestigiar esta especialidad clave para la sociedad.