Detectives del copia-pega

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

WU HAO | EFE

07 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Quien hace la ley hace la trampa, según declara el dogma clásico. En el caso de OpenAI, la compañía de referencia en el boscoso mundo de la inteligencia artificial, el axioma funciona también en la dirección opuesta. Quien ha creado ese atajo para esquivar el esfuerzo que es ChatGPT ha generado, a la vez, la herramienta con la que es posible detectar los textos generados por este lenguaje predictivo. La respuesta a ChatGPT es New AI Classifier, una nueva programación entrenada para distinguir los textos que han sido escritos por un ser humano de los generados por una mente virtual.

A pesar de su escasa credibilidad, el uso de ChatGPT corre como la pólvora por las aulas en tiempos de trabajos por acabar y libros sin leer. Es un embuste, pero no es nada nuevo. El robot podría llegar a ser una versión actualizada, imprecisa por ahora, de las páginas de apuntes como el Rincón del Vago, aquella web que nació a finales de los años noventa como un enorme contenedor de trabajos y apuntes compartidos de forma altruista. De ella salieron centenares de trabajos clónicos de bachillerato y universidad. La sospecha de plagio puso a los estudiantes en el punto de mira, aunque algún que otro profesional cayó también en sus redes. La misma tecnología que permite saltarse las reglas se afina cada vez más para cazar al farsante.