Se emite el telediario en la primera cadena de TVE. Son casi las cuatro de la tarde. La meteoróloga dice que se acerca una borrasca que tiene nombre propio (Óscar) y que es «la quinceava».
Los números ordinales se les resisten a muchas personas, incluso a las consideradas cultas. Sin ir más lejos, el ilustre periodista Pedro J. Ramírez, en un programa de televisión, confundió decimocuarto con catorceavo (artículo mío en La Voz de Galicia, 12-12-89). A esta meteoróloga le pasó algo parecido. Debería haber dicho decimoquinta borrasca, la que ocupa el lugar número quince de las borrascas (supongo que de las que llegan a la Península Ibérica; eso no lo aclaró). Pero lo que estaba claro es que no se trataba de la quinceava parte de la borrasca Óscar.
Parece que existen dificultades para emplear con precisión los números ordinales a partir del décimo —undécimo (11.º), duodécimo (12.º), decimotercero (13.º), decimocuarto (14.º), decimoquinto (15.º), vigésimo segundo (22.º), etcétera—, ya que se confunden, frecuentemente con los números fraccionarios: onceavo, doceavo, treceavo, catorceavo, quinceavo, etcétera.
Últimamente, a las borrascas que tienen una cierta entidad se les asigna un nombre. En concreto, como ya he dicho, se le llama Óscar a la que se aproxima a Galicia. Hay borrascas más flojas que ni se nombran. Xavier Fonseca (La Vox, 6-6) explica magníficamente las características de la borrasca Óscar.