Amores letales

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

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30 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de parejas asesinas es casi un género. Bonnie & Clyde, una de las más famosas, cometieron 13 asesinatos en EE.UU. y llegaron a ser iconos pop. Raymond Fernández & Martha Beck, que cortejaban a mujeres vulnerables para luego asesinarlas, fueron ejecutados en la prisión de Sing Sing en 1951. David & Catherine Birnie, una pareja australiana, se enamoraron como adolescentes y comenzaron a violar y asesinar a las víctimas en su casa; después de matar y agredir sexualmente a cinco mujeres, él se suicidó en prisión y ella sigue cumpliendo cadena perpetua. Charlene & Gerald Gallego fueron un matrimonio de asesinos en serie que asesinaron a diez personas entre 1978 y 1981; Gallego utilizaba a su esposa para atraer a autoestopistas a su furgoneta, donde las violaba y torturaba antes de matarlas.

Independientemente de la personalidad psicopática que, sin duda alguna, presentaba alguno de ellos y un probable cuadro de folie à deux o locura compartida, el nexo de unión que los hacía implacables era el profundo amor que se profesaban y esa sensación de invulnerabilidad que causa el enamoramiento.

Pero, más allá de los amores letales de la historia del crimen, existen otro tipo de parejas igual o más mortíferas: las parejas que alcanzan el poder político, cuyo amor letal ha causado y causa muchos más crímenes cuando alcanzan y se perpetúan en el poder.

El matrimonio de Ferdinand e Imelda Marcos es uno de ellos, que ostentó el poder durante veintiún años en Filipinas a fuerza de sangre y corrupción; amasaron una fortuna valorada entre 10.000 y 30.000 millones de dólares en cuentas en Suiza, modificaron la constitución y ejercieron todo tipo de tropelías.

El matrimonio Ceaucescu fue aún peor, dirigieron Rumanía con mano de hierro durante 25 años; la policía, la Securitate y el Ejército reprimieron los disturbios contra la dictadura, que se cobró más de setenta mil víctimas. Al ver la situación, Elena, esposa del dictador, gritaba: «Matadlos y a una fosa común, que no quede ni uno de esos obreros». Ceaucescu los llamó «gamberros antisociales» y —cómo no— «fascistas», ordenando a los militares que disparasen contra la población. Nicolae y Elena fueron juzgados y en el interrogatorio la esposa del dictador decía a su marido: «Nicolae, ¿cómo permites que te hablen así?». Fueron declarados culpables de genocidio, corrupción, evasión de capitales y destrucción de la economía, y fusilados mediante ráfagas de AK-4.

El matrimonio de Daniel Ortega y su todopoderosa vicepresidenta, Rosario Murillo, pareja de revolucionarios devenidos en proyecto de dinastía implacable con sus adversarios políticos, son otra pareja empoderada.

El amor y el poder pueden ser un cóctel letal cuando se instalan en la creencia de que son eternos e invulnerables.

Hay más de los que parece.