Arroaz y cetáceo varado. Saber antiguo

Uxio Labarta
Uxío Labarta CÓDEX FLORIAE

OPINIÓN

CÉSAR TOIMIL

11 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La Comisión de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, tan redundante, está preocupada por los varamientos de cetáceos. Su preocupación le lleva a solicitar asesoramiento al Ices, el Consejo Internacional para la Exploración del Mar, por ver qué medidas se podrían adoptar. Como si tales hechos fueran novedad y se pudieran resolver en un informe, que el Ices hizo, quizá sin aplicar a sus propios datos el criterio de precaución.

Hace tres años, la Comisión Europea planteó vedas de pesca en el golfo de Vizcaya para proteger a los delfines. Vedas que la Administración española no consideró factibles. Los científicos estimaban unos 700.000 delfines habitando el Atlántico nororiental. Pese a las «incertidumbres» sobre cuántos se enredan en aparejos pesqueros, los científicos del Ices calcularon que «los 1.072 varados en Francia entre enero y abril del 2019 equivalen a 11.300 caídos en las redes», como recogía La Voz de Galicia.

Desde entonces, insiste el Ices en las vedas de pesca para las pesquerías que considera una gran amenaza para los delfines: arrastre pelágico, cerco danés, volantas y arrastre de fondo. Recientemente se celebró en Vigo un taller titulado Pesca y Cetáceos para analizar estas interacciones y procurar el mantenimiento de algunas poblaciones, por más que la escasez de datos limita tal conocimiento.

Una percepción que contrasta con la que había en Galicia, donde los arroaces eran considerados enemigos de la pesca, por ser los que más estragos hacían en los aparejos y las poblaciones de sardina, dada su querencia por la costa y las rías. Consideración de enemigos que persistió hasta mitad del siglo XX, haciendo batidas con fusiles y metralletas desde embarcaciones de la Marina o privadas, y antes aún —el conjuro de los calderones— contratando clérigos del Santo Oficio para expulsarlos de los mares, como documenta Valdés Hansen en Cuadernos de Estudios Gallegos, del 2004.

Los varamientos de cetáceos están documentados desde el siglo XVIII al menos, prestándoles atención fray Martín Sarmiento, tanto en los pliegos sobre los 213 peces cetáceos varados en las costas de Zumaya como en la carta a su hermano Xabier, publicados recientemente por la Fundación Penzol y Galaxia. También los referenciados en el trabajo de Carlos Nores y Concepción Pérez de la Universidad de Oviedo en 1982, donde caracterizan los varamientos masivos de cetáceos como propios de la biología de estas especies. Revisan también el escrito del padre Sarmiento, sugiriendo que los cetáceos varados en Zumaya quizá eran calderones y no orcas. Estos varamientos entonces no podían ser achacados a la interacción de los cetáceos con la pesca, en tanto no existían ni arrastre, ni volanta, ni cerco. Al tiempo que ya el padre Sarmiento recomendaba el mes de junio para matar los arroaces, dado que, «como está documentado en otras latitudes», para entonces sufrían «una ceguera o desorientación transitoria» que los hacia «varar y encallar en gran cantidad». Saberes antiguos.