San Ramón Nonato

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Nell

05 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un buen amigo de Vilalba, esa villa profunda de la sorprendente Terra Chá, me invitó a celebrar su fiesta patronal de San Ramón Nonato. Monje aragonés, patrono de los partos, niños, embarazadas y acusados falsamente, que fue extraído con cesárea por el vizconde de Carmona (siglo XI), torturado por los musulmanes cerrándole la boca con un candado incandescente y muy milagrero.

Una comida canónica y tribal, con empanada, costillas de cerdo guisadas con patatas, queso de San Simón (uno de los mejores del mundo), rosco de almendras, pan de verdad y aguardiente, que degusté con el respeto de quien es consciente de que comidas así son emociones en extinción.

No dudo de que las generaciones futuras celebraran la fiesta conmemorando sabe dios qué, ni de que, después de los desvaríos dietéticos a los que algunos rinden ya vasallaje, lo celebren con una comida vegana, sin gluten ni lactosa y con aguardiente cero cero.

Todos los respetos, pero estas comidas patronales que custodian madres y abuelas desaparecerán con ellas y los que vienen no tendrán conocimiento de su grandeza, igual que no conocerán el número pi o al Fary. Una carencia irremediable.

En el paseo posprandial recalamos en el lugar de Refinjoi, parroquia de Codesido, con un pulcro cementerio custodiado por un magnífico cruceiro y advertencia en la entrada que los que vienen tampoco remediarán: «Hoy por mí, por ti mañana. A este lugar de olvido va la humanidad humana, y el alma a su merecido».