La grasa blanca, o mala, es la que se deposita y forma los michelines, flotadores o lorzas. La grasa marrón, parda, o buena, es la que se quema para producir calor. El cuerpo humano mantiene una temperatura de entre 36° C y 37° C, para lo cual es necesario aportar energía. En el 2012, científicos de la Escuela de Medicina de Harvard aislaron, por primera vez, la grasa beis, que también es buena porque se quema para producir energía.
La grasa blanca, acumulada en exceso, produce obesidad y puede generar diabetes. Las células de grasa parda y beis nos protegen del exceso de peso y de sus consecuencias. Los individuos con mayor cantidad de grasa buena son propensos a la delgadez, ya que, en lugar de almacenar energía, tienden a disiparla en forma de calor.
Sería muy importante que los científicos encontraran un modo de convertir la grasa blanca (mala) en marrón o beis, susceptibles de transformarse en energía. Así se disminuiría la obesidad. De momento, no es posible.
Hay pequeñas acciones que favorecen la quema de grasa. Cada vez que corremos o andamos en bicicleta, parte del tejido adiposo blanco se convierte en pardo. Exponernos al frío (12-14° C) durante 15 minutos y tener tiritonas, producen el mismo efecto que el deporte. Aderezar la comida con pimientos picantes, chile, etcétera, que llevan la molécula capsaicina, responsable del picor, ayuda a eliminar los michelines.