Jamás regañe a un genocida

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

GPO / KOBI GIDEON HANDOUT HANDOUT | EFE

03 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No se le ocurra reprender a un genocida para que ceje en sus empeños destructores. Ni tan siquiera sugerir. Les parece fatal. Y se revuelven como matones. Lo mismo le cuelgan la etiqueta de cómplice de terroristas que lo declaran persona non grata. Es lo que acostumbran a hacer quienes tienen por norma sembrar el terror y el pánico, arrasando pueblos enteros. Y mucho más si disponen de un coro de palmeros que jalea sus andanzas.

Hitler y Stalin fueron dos precursores en esto de los exterminios. Y tampoco aceptaban reproches. Exactamente igual que Benjamin Netanyahu, que no admite ni una sola queja de su política de aniquilación en Gaza. Lo acabamos de ver con Pedro Sánchez por criticar las matanzas masivas e indiscriminadas de civiles inocentes y considerar «realmente insoportable» el número de palestinos muertos. Tiene la desfachatez, e insiste, de afearle su desproporcionada respuesta al ataque de Hamás, aunque reconoce el derecho a defenderse.

Pero antes ya lo sufrieron Guterres, secretario general de la ONU, la propia institución declarada non grata, la OMS, el papa Francisco, la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, Suecia, Irlanda y todos los países y ciudadanos que no soportan ver cadáveres de bebés y niños, ni bombardeos de hospitales y campos de refugiados. Que es lo que hace Israel cada media hora desde que los asesinos de Hamás cometieron la sangrienta matanza de cientos de hebreos. La disculpa perfecta para el genocidio. Pero la cosa viene de viejo. Ya en 2014 Israel declaró «enemigo» al Parlamento de Galicia por una declaración institucional que reconocía el «derecho al retorno» de los palestinos expulsados de sus tierras tras la guerra que siguió a la creación del Estado israelí, en 1948. Algo gravísimo, por lo visto.

A Netanyahu y a Israel les gustan los halagos. Mucho más la concesión de honores como la Medalla de Honor de Madrid, entregada por el ayuntamiento. O los parabienes que les llegaron de Biden, Francia, Alemania, Von der Leyen, y de los populares españoles, entre otras eminencias. También del magnate Elon Musk, a quien recibió con honores de jefe de Estado. O la tibieza vergonzosa de la UE. Y todo esto es lo que motiva que sigamos asistiendo a una aniquilación insoportable. Y la que vendrá tras la tregua. Ante idéntica situación de invasión bélica, hay distinta vara de medir en Ucrania y en Gaza.

Benjamin tiene costumbres que lo convierten en un genocida de libro. Promueve el exterminio, no respeta ni una sola de las resoluciones de los organismos internacionales y se revuelve con violencia contra todos los que se permiten hacerle alguna observación a su comportamiento asesino. Y como no hay bajo el firmamento quién le pare los pies, pues se va creciendo y ya estamos en la fase de que todos, excepto él, somos culpables del exterminio. Por eso, sean sensatos y no nos creen un problema. Ni se les ocurra regañarlo. Porque se enfada muchísimo.