Israel se lleva la palma

Manuel Suárez FUNCIONARIO INTERNACIONAL

OPINIÓN

María Pedreda

06 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin lugar a dudas, Israel se lleva la palma en cuanto a la cantidad de resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenan sus actos (141 desde el 2015), o las innumerables ocasiones en que el Consejo de Derechos Humanos le ha echado la bronca oficialmente desde el 2006 (un total de 104). A su lado palidecen corderitos como Siria, Corea del Norte, Irán o Rusia, que, entre los cuatro, no llegan a igualar los récords de Israel. Si hiciésemos una analogía con el medallero olímpico, se diría que tenemos ante nosotros a un Michael Phelps o un Carl Lewis del portarse mal. En lo que no despunta Israel es en sus contribuciones al erario de la organización, que se sitúan en torno al 0,5 % del presupuesto total de esta, unos 15 millones de dólares (lejos de los modestos 65 millones de España). Para más inri, esas aportaciones quedan en papel mojado año tras año, pues Israel se sitúa también en el podio de la morosidad en la ONU.

Vistos los desmanes de Israel en Palestina —de larga tradición—, desde 1968 existe en la ONU un comité especial encargado de investigar las prácticas israelíes que afectan a los derechos humanos del pueblo palestino, y no es de extrañar que las Naciones Unidas, a través de este comité, se permitan, sin medias tintas y aparcando su diplomatiquísimo lenguaje habitual, instar a Israel al cese completo del «uso excesivo e indiscriminado de la fuerza y las operaciones militares contra la población civil» o de la «detención y encarcelamiento de miles de civiles y todas las medidas de castigo colectivo contra la población civil palestina»; ello, a pesar del voto en contra de Reino Unido, Australia, Canadá, Israel y Estados Unidos a esta reciente resolución de la Asamblea General.

A la luz de la ojeriza que se profesan Israel y la ONU no es de extrañar que Guterres haya decidido sacar a gran parte de sus funcionarios de la ratonera en que se ha convertido Gaza, no sea que el ejército israelí yerre el tiro y se los lleve por delante. De la prudencia de Guterres se regocija Netanyahu, que evita así testigos incómodos de su barbarie. No contento con la patada en las posaderas propinada a organizaciones internacionales y ONG, para librarse del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), último baluarte de ayuda al pueblo palestino, Israel busca y encuentra doce manzanas podridas entre los más de 30.000 asalariados de esa institución y logra que países amigos congelen la financiación a quienes sirven el único plato de comida diario que se llevan a la boca la mayor parte de los escolares palestinos.

En apariencia, «juego, set y partido» para Israel, si no fuera porque en esta ocasión el apego del judaísmo a la ley del Talión se les ha ido de las manos hasta metamorfosearse en un matonismo que está polarizando a 1.500 millones de musulmanes. En palabras de Voltaire, «los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismos»; en las de mi abuelo, «tempo andando, cousas vendo».