Pedro, ¿qué has hecho en Galicia?

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Lavandeira jr | EFE

20 feb 2024 . Actualizado a las 08:19 h.

El ansia de Pedro Sánchez de derrotar a Feijoo en su tierra por persona interpuesta le pudo hasta el extremo de que, cuando descubrió que su caballo no era ganador, puso toda la potencia y la influencia mediática de la Moncloa a trabajar para que en Galicia hubiese una mayoría nacionalista. No midió las consecuencias que esta apuesta podría tener para los resultados finales y para su propio partido.

 Esta manera de actuar no hace falta acreditarla con los hechos, pero están ahí y son claros. Activó a Tezanos con hasta tres encuestas del CIS, algo que nunca se había hecho en elecciones autonómicas, para, con unas horquillas muy amplias, facilitar que los medios afines pudiesen lanzar el mensaje de que iban a ser unas elecciones muy reñidas. Las terminales mediáticas crearon ese relato con el fin de movilizar al máximo el voto de la izquierda con la falsa idea de que, con el nacionalismo por delante del PSdeG, se podían ganar los comicios.

Sánchez puso toda la potencia y la influencia mediática de la Moncloa a trabajar para que en Galicia hubiese una mayoría nacionalista. No midió las consecuencias

Multiplicó la presencia de ministros en campaña al máximo. Al menos cada día, un miembro del gabinete hacía una visita a Galicia. Hubo jornadas en las que llegó a haber dos y tres ministros en ciudades y villas. El propio Pedro Sánchez se implicó todo lo posible. No solo no dejó de asistir la última semana como había hecho hace cuatro años con el anterior candidato, Gonzalo Caballero, al ver que no tenía posibilidad, sino que el presidente vino hasta ocho veces, dos de ellas los dos últimos días de campaña. En sus visitas lanzaba el mensaje de que en Galicia podría haber cambio, aun con el CIS diciendo que sería con el Bloque en cabeza del mismo. Lo que consiguió Sánchez, en efecto, fue movilizar el voto, pero, en una exhibición de fuerza de la democracia, los electores se activaron por ambos lados del espectro político. No vio venir que la participación elevada de los gallegos provocó una victoria de Alfonso Rueda y del PP. Lo contrario a lo que buscaba. Cuando llegan las elecciones, los que ven el mundo solo a través de las redes sociales tienden a confundir los likes con los votos.

Hemos llegado al sinsentido de que una fuerza nacionalista fue promocionada por los medios de comunicación estatales. El Bloque se dejó seducir por los cantos de sirena que decían que la posibilidad del triunfo con Ana Pontón en cabeza era cierta. La historia habla de lo contrario. Las dos veces que hubo alternancia en Galicia fue con el PSdeG en cabeza: con Laxe, a través de una moción de censura, y con Touriño, gracias a las urnas. Ana Pontón realizaba, por su parte, una magnífica campaña, en la que escondía la ideología de su programa. Pontón, que siempre afeó al PP ocultar las siglas con Feijoo y que ahora aseguraba que los populares encubrían al candidato Rueda, hizo lo mismo en su cartel, en el que la estrella roja se veía menos que sus pendientes.

Los medios que Sánchez puso a disposición de Ana Pontón le van a dar la espalda. Que no lo dude. Esos medios, que vinieron a contar que las playas gallegas estaban contaminadas de pélets, en una comparación con el Prestige que no se sostenía, y que decían que Galicia tenía los peores servicios públicos de España, desaparecerán. Resucitaron incluso a autores del pasado, que se empeñaron en ofrecernos una visión del país que nada tiene que ver con la Galicia del siglo XXI. Ahora Sánchez ya está en otra guerra.

El Bloque tiene que debatir si debe provocar una escisión por la izquierda para prescindir de extremismos y adoptar una actitud más central sin independentismos

¿Qué va a suceder a partir de ahora? Habrá una contraorden de Sánchez para que el Partido Socialista se rehaga en Galicia, con muchos de los dirigentes que tienen un valor cierto y que han demostrado sus capacidades al frente de diputaciones y de ayuntamientos. Son ellos, y no otros, los que deben evitar que la crisis en el PSdeG profundice, lo que podría hacer saltar en unos años a decenas de alcaldes por los aires.

Ana Pontón hizo una campaña meritoria, pero sabe que sus votos son prestados. Tuvo un buen resultado combinando con habilidad la dulzura con las aristas de un programa que trató que no saliesen a la luz. El PSOE halló su Suresnes, pero el Bloque tiene que debatir si debe provocar una escisión por la izquierda para prescindir de los extremistas que siguen pidiendo la independencia de Galicia. Y realizar un congreso con el objetivo de llevar al partido a una actitud más central y tolerante.

Ha quedado evidente que todo no vale para que la alternancia se produzca. Además, veremos en los próximos tiempos si no es posible que, impulsado por los resultados, haya comenzado un ciclo virtuoso de Alfonso Rueda al frente de la Xunta.