¿Vigoruña pa cuándo?

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Fotocomposición de la Torre de Hércules y el puente de Rande, a partir de dos imágenes de Xoán Carlos Gil y Manuel Marras
Fotocomposición de la Torre de Hércules y el puente de Rande, a partir de dos imágenes de Xoán Carlos Gil y Manuel Marras

28 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La gran hipérbole de la geografía política gallega es esa que establece que en este país menguante existen siete grandes ciudades a las que, se entiende por el énfasis del adjetivo, habría que sumar un número indeterminado de ciudades pequeñas hasta convertirnos en una original y densísima constelación urbana que enseguida se da de bruces con la realidad.

Esa desmesura que considera «grande» una localidad de 37.519 habitantes en un planeta en el que las metrópolis cobijan a millones de almas da cuenta de una contradicción existencial, pues mientras presumimos de ser urbanitas múltiples la imagen que se vende de Galicia sigue siendo la del mundo rural, un tópico identitario que no ha cambiado mucho en el último siglo y sobre el que teoriza el periodista Rodri Suárez en su último libro. No hay más que escuchar los promocionales de la Xunta, repletos de menciones a los hórreos y vacíos de cualquier mención al plan Palacios, para aceptar la tesis ruralista que desoye toda aportación intelectual o cultural de alguna de las famosas siete grandes ciudades, en las que vive la gente pero no lo que se vende de lo que somos. En esta realidad geográfica inventada, la primera gran anomalía es la de Vigo, la ciudad más grande del país que administrativamente depende de otra a la que multiplica por casi cuatro y a la que además vigila de cerca y con hostilidad administrativa la otra ciudad gallega, la marineda ubicada al norte. El desafío que debería ocuparnos es que en este país menguante el corredor identitario fluyera entre Vigo y A Coruña, y que todos esos que no han cruzado nunca a Ponte de Rande o penetrado por A Vedra hacia Hércules lo hagan al fin en lugar de mirar tanto hacia horizontes tan lejanos. Vigoruña, plis.