El índice de natalidad

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

PRADERO

07 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Gran parte de los gobiernos observan con creciente preocupación el descenso de la natalidad. Siendo necesaria una tasa de 2,1 hijos por mujer para que la demografía de un país se mantenga, con los datos actuales la tendencia hacia su incumplimiento es imparable. Según Eurostat, en el 2021 nacieron casi 5 millones de bebés en toda la UE, lo que supone una media de 1,53 hijos por mujer, con un rango que va del 1,13 de Malta al 1,84 de Francia. La media de edad de las mujeres que son madres por primera vez es de 29,7 años, con un rango que oscila desde los 26,5 de Bulgaria a los 31,6 de España. En nuestro país, el número de nacimientos en el 2023 se redujo en un 2 % frente al año anterior, lo que supone el descenso de un 25 % en la última década.

En China, el país más poblado del mundo, hasta que el año pasado fue superado por la India, el índice de natalidad ha caído hasta un alarmante 6,36 % por 1.000 habitantes. La reducción también se ha consolidado en los países más prósperos de Asia, como Japón, con un descenso del 0,51 % de la tasa de fertilidad para el 2024, frente al crecimiento cero del 2021; o Corea del Sur, donde cada mujer solo tiene 0,71 hijos. Y hasta en la India se estima que en el 2024 el índice de natalidad caerá un 1,17 % frente al del año anterior.

El descenso de la natalidad está directamente ligado a los graves problemas estructurales del mundo laboral. Una mujer emplea el mismo tiempo en formarse que un varón, pero tiene muchas más dificultades para acceder al puesto de trabajo deseado, por lo que optar entre conservarlo o ponerlo en peligro acaba por retrasar la edad de la maternidad y reducir el número de hijos. Los cuatro meses de baja por maternidad y paternidad obligan a enviar al bebé a una guardería a los ocho meses, con el coste económico y emocional que ello supone. Las ausencias para atender al bebé enfermo, organizar los horarios a medida que el niño crece, el coste de mantenerlo y darle la mejor educación posible suponen una inversión de tiempo y dinero que no todas pueden permitirse. La cuestión es que los países tampoco pueden permitirse ni perder población ni a las trabajadoras, así que, ya va siendo hora de que se implementen políticas que permitan a las mujeres períodos de crianza más largos, conservar su puesto de trabajo y adaptar su jornada laboral sin menoscabo económico.