Te examinaré de ternura

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Soldados israelies dispersan con gases lacrimógenos una protesta en la frontera con Gaza
Soldados israelies dispersan con gases lacrimógenos una protesta en la frontera con Gaza AMIR COHEN | Reuters

31 mar 2024 . Actualizado a las 19:43 h.

Locos como estamos por los filósofos de moda, otros pensadores se nos quedan en el tintero, al margen. Es una pena. Tuve un tiempo en el que adoré las verdades del barquero de Byung-Chul Han. Su manera de crear etiquetas, la sociedad del cansancio, etcétera, que nos retrataban como pegatinas saturadas de colores. Todo tan evidente que empecé a dudar. Todo tan exacto que parecían fórmulas matemáticas, no materia de pensamiento. En el pensamiento siempre tiene que estar la duda. Vivimos unos años tan difíciles, tan salpicados por la política, que dividirlo todo entre no cosas y cosas, como en el último libro de Han, me parece una salida fácil. Una huida para evitar los problemas verdaderos. Al reivindicar el necesario regreso al agricultor que hay en nosotros me dio la sensación de que nunca trabajó de agricultor. Ese empeño en que disfrutemos de las pequeñas satisfacciones, lejos de los móviles, objetos del diablo. Esa apuesta por convertir en infinito un sorbo a un café bien hecho me recordó al anuncio de Nespresso de George Clooney. El mundo de hoy es tan complejo que Han se queda corto. Necesitamos respuestas más contundentes a las preguntas de siempre.

Leo en El País una estupenda entrevista de Carmen Pérez-Lanzac a Georges Didi-Huberman, teórico del arte. Su título no es metafísico: «En Israel y Gaza tenemos a fascistas contra fascistas». Cuenta Pérez-Lanzac que «el filósofo e historiador del arte francés ha escrito 60 ensayos. Es especialista en los usos de las imágenes en la cultura contemporánea y busca en estas la sorpresa, como los niños». Y siendo judío se posiciona, y de qué manera, sobre el conflicto. Lean: «El Gobierno israelí es un Gobierno de locos fascistas. El fascismo lo ha invertido. Cuidado que no digo a los israelíes. El Estado de Israel está en peligro, es cierto. Hamás es una milicia fascista, así que en esencia lo que tenemos es a fascistas contra fascistas y, en medio, al pueblo. Se trata de un encadenamiento fatal y temo tanto por unos como por los otros. No me animo a firmar tribunas…».

Experto en analizar imágenes, Didi-Huberman ha publicado Imaginar, Recomenzar. Cuando Pérez-Lanzac le pregunta en qué consiste la emoción fascista, el filosofó se moja: «Le doy un ejemplo real: un alemán escucha a Hitler y se emociona, su emoción es política. Un año después, mata a bebés desprovisto de sentimiento. ¿Qué ha pasado? La emoción de ese joven nazi se ha disociado de la de los demás. Solo le importa la propia. Ha perdido el sentido de la ética. Ahí es donde el fascismo se construye. Trump es emotivo, Milei, Le Pen… Emociones, pero disociadas del resto». No es una frase de pegatina. Es lo que tiene votar con las tripas. Votar contra. Pero Didi-Huberman es experto en mirar y nos abre una ventana para que observemos más allá. Él apuesta por la ternura. Tenemos que examinarnos más de ternura y menos de odio. Y dice: «Ternura es estrecharle la mano a alguien. Un hombre político dirá que lo que digo es completamente utópico. Pero la utopía tiene un papel político necesario. Hay que defenderla. Nunca se cumple, pero nos pone en el camino». Estrechar la mano, no cortarla.