Gaza, la conciencia del mundo

Anan Abdalah VILAGARCÍA / LA VOZ

OPINIÓN

Concentración en Vilagarcía a favor del pueblo palestino para frenar los ataques de Israel sobre la franja
Concentración en Vilagarcía a favor del pueblo palestino para frenar los ataques de Israel sobre la franja

Es hora de exigir una protección internacional a la población palestina en Gaza y Cisjordania para no convertir la cárcel al aire libre más grande del mundo en el cementerio más grande del planeta

04 abr 2024 . Actualizado a las 12:34 h.

La justicia, según la RAE, es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. Eso es precisamente lo que predican los gazatíes en especial, y los palestinos en general: única y exclusivamente justicia. Según el cristianismo, la justicia —una de las cuatro virtudes cardinales— consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que es debido. El triunfo de los valores morales, o lo que debe hacerse según Derecho o Razón, fue desde antaño, en todas las civilizaciones, defendido por filósofos, pensadores, legisladores, humanistas, jueces y políticos. Quizás el más expresivo de todos ellos fue Platón hasta la aparición de las religiones monoteístas, en las cuales, a través de sus dogmas y enseñanzas, la justicia es un valor cardinal.

Gaza, la franja de Gaza, situada en el margen suroriental del Mediterráneo, tiene unos 362 kilómetros cuadrados y está habitada por casi 2.400.000 personas, de las cuales más del 90 % proceden del Nakba. O sea, son los refugiados de 1948, expulsados por la fuerza de sus casas y tierras.

A lo largo de 75 años, Israel se ha presentado ante el mundo como una víctima, sirviéndose de la amarga experiencia del Holocausto para conquistar la compasión del planeta. Pero la realidad es totalmente otra: Israel ha sido el agresor en todas las guerras, nunca el agredido. Ejercitó la limpieza étnica contra loas palestinos independientemente de su religión, convirtiéndolos en refugiados políticos, en un principio, para después ejercitar la política del apartheid, ocupando el resto de Palestina, invitando a los ciudadanos a que se marchen de una patria en la que llevan viviendo cuatro mil años. El historial de las agresiones israelíes contra Gaza es interminable. La guerra de 1956 y la ocupación de la franja, de la que tuvo que retirarse. De nuevo la ocupación de la franja, por segunda vez, en 1967, de la que tuvo que retirarse en el 2004. Desde entonces, las agresiones se van sucediendo, en el 2006, 2008, 2012, 2014, 2018 y 2022. En todas ellas hubo miles de muertos, destrucción masiva de propiedades e infraestructuras, sino olvidar que el bloqueo a Gaza por tierra, mar y aire desde el 2006 convirtió la franja en la mayor cárcel al aire libre del mundo. Cada vez que los gazatíes intentaban romperlo en busca de su libertad eran correspondidos con nuevas masacres bajo la excusa de que Israel tiene el derecho a defenderse. Nadie hasta el momento entiende cómo el que tiene que defenderse es el ocupante, y no el ocupado.

Últimamente, el Gobierno israelí está desarrollando una feroz campaña contra las organizaciones humanitarias que prestan ayuda a los palestinos en Gaza, en cabezadas por la UNRWA, que fue creada por la ONU en 1948 para prestar ayuda en campos como la sanidad, la educación, el empleo y la alimentación. Israel quiere estar por encima de todas las leyes internacionales, haciendo caso omiso a todas las resoluciones de la ONU, siempre amparada por el veto de los Estados Unidos.

Por fin se ha caído la máscara ante todo el mundo, con un genocidio retransmitido en directo. Catorce mil niños asesinados por uno de los ejércitos más poderosos del mundo, siempre apoyado por Occidente. Sin olvidar que cada día son más las voces que llaman a parar este genocidio. Hago un llamamiento a todos los amantes de la paz y la justicia a que alcen la voz de su conciencia y abandonen la inmovilidad. Es hora de exigir una protección internacional a la población palestina en Gaza y Cisjordania para no convertir la cárcel más grande del mundo al aire libre en el cementerio más grande del mundo, donde se entierran centenares de niños y mujeres a diario, acusados de ser terroristas. Quizás morir con dignidad sea mejor que vivir como un perro abandonado.

Por último, la matanza del equipo humanitario del chef español José Andrés refleja con claridad la política del Gobierno de Netanyahu, de matar a los palestinos de hambre. Un cooperante dijo: «Tenía una imagen del infierno, pero no es lo mismo verlo in situ, en Gaza».

Anan Abdalah es médico y palestino. Tras desarrollar su carrera profesional en Galicia, donde fundó su propia familia, ha decidido volcar la tragedia de su pueblo en la trilogía de novelas Ojos de Palestina.