Pseudoterapias

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los ministerios de Sanidad y de Ciencia, Innovación y Universidades han realizado nuevos informes para combatir las pseudoterapias, que se pueden encontrar en la web de RedETS y en la de #CoNprueba, la marca que engloba las acciones frente a las pseudociencias y las pseudoterapias que impulsa el Gobierno de España. En ella se describen 73 técnicas que se pueden considerar pseudoterapias y 66 aún sin evaluar. Dicho informe expone también la opinión de los usuarios de estas técnicas.

No es mi intención hacer un juicio de valor sobre toda la plétora de pseudoterapias detalladas en el informe, que cada cual saque sus propias conclusiones, pero permítanseme algunas reflexiones sobre el asunto y, en particular, del porqué del éxito de este tipo de terapias.

En primer lugar hay que tener en consideración que muchas de ellas, sobre todo las de origen oriental, no son más que sabidurías ancestrales trasladadas a nuestro entorno y etiquetadas como «terapias». Buscar «evidencias científicas» desde un criterio occidental es hartamente difícil porque la mayoría de ellas son de tipo experiencial y no experimental, lo que introduce un sesgo individual determinante que muchas veces tiene su origen en creencias culturales o religiosas.

La llamada etnomedicina, rama de la antropología médica que estudia cómo enferman, cómo se curan y cómo mueren los diferentes grupos humanos, describe claramente cuál es la magia de cualquier curación.

Para curar se requieren tres elementos estructurales: un médico/chamán/terapeuta que intervenga desde una teoría explicativa acerca del enfermar; dicha teoría abarca desde una alteración bioquímica, de los chacras, de los meridianos energéticos del cuerpo o de un mal de ojo, pero debe ser una teoría que acepte la comunidad donde se aplica y disponer de los remedios específicos que el entorno natural y cultural provea. Quien haya leído Escuela de menciñeiros, de Álvaro Cunqueiro, entenderá perfectamente a qué me refiero.

El segundo elemento estructural necesario es un paciente que tenga fe y confianza ciega en que ese agente terapéutico tiene la capacidad de curarlo. Y, finalmente, tiene que haber una comunidad que certifique que aquel enfermo fue tratado por el terapeuta y curó o mejoró.

El éxito de todas las llamadas pseudoterapias radica en la presencia de esos tres elementos estructurales, aparte del importante factor —siempre presente— de la sugestión. Conviene recordar que casi el 25 % de muchas patologías responden favorablemente al tratamiento con placebos.

En el análisis del informe del ministerio, los usuarios destacan algunas puntos relevantes: cuando se trata de patologías graves acuden a la medicina oficial, se quejan de la masificación, la demora, la polimedicación, los efectos secundarios y la falta de comunicación con el médico. Todas son quejas que no se dan en la mayoría de las medicinas alternativas, donde la relación terapeuta/paciente sigue siendo el factor fundamental.

La medicina oficial se ha desestructurado en el momento en que se masificó y la confianza en el médico se sustituyó por la confianza en la tecnología.

Tampoco es de extrañar que esta devaluación de la importancia de la relación médico/enfermo a favor de una medicina cada vez mas deshumanizada y tecnológica provoque desafección entre los mires a la hora escoger la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria (último reducto de la verdadera medicina vocacional). Ni la paradoja que implica que, paralelamente al extraordinario desarrollo de la medicina, aumenten cada vez más los usuarios de las terapias alternativas, donde encuentran lo que la medicina avanzada ha desechado y olvidó: la importancia de la relación entre el terapeuta y el enfermo.