Nombres

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

José Jácome | EFE

11 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía una científica en la entrevista que le publicó ayer un periódico madrileño que algunos pájaros trinan no porque estén contentos sino para decir su nombre, para lanzar a los vientos una especie de firma sonora que los identifique. Lo señalaba como si firma y nombre significaran lo mismo. De entrada, el nombre nos lo ponen y la firma la dibujamos nosotros, y queda a veces en un mero garabato que ni siquiera subraya trazos legibles o con sentido. El pájaro no puede trinar su nombre porque no lo sabe. Al igual que las personas, necesita que un ser humano se lo imponga. Aunque a menudo vayan asociados, poner nombre a alguien, nombrarlo, no indica necesariamente poseerlo. Eso sí, quien nombra dota al otro de la posibilidad de que los demás se dirijan a él o a ella, le llamen, especialmente quien le nombró. Y, por la misma razón, dar a conocer el propio nombre a otra persona le autoriza a que nos llame, a que nos hable de un modo distinto a como se le habla a alguien completamente desconocido, anónimo, es decir, sin nombre para mí. Y, por descontado, si se añade el número de teléfono, se estaría franqueando un acceso de otro nivel.

Por eso me entristeció tanto la noticia que se publicó anteayer aquí, la de una agresión sexual en la que estaban involucrados una chica y un chico menores. Se habían conocido en la discoteca, se habían besado y terminaron en un callejón acaso tan oscuro como lo que ocurrió. Ella denunció y al chaval lo encerraron unos meses. Él decía que la chica lo había acusado para vengarse. El abogado la defendió con el argumento de que eso era imposible por la sencilla razón de que, cuando ocurrieron los hechos, no se conocían, «ni siquiera sabían sus nombres».