o barco | En un día tan sofocante como el que ayer vivió la provincia ourensana no apetecía salir de casa para no alejarse demasiado del aire acondicionado o de los ventiladores. Por eso el horario en el que comenzó la undécima edición de la Ruta das Covas de Vilamartín era el ideal. A las 20.30 horas, cuando el sol empezaba a dejar de hacer insoportable la jornada, las calles del pueblo valdeorrés estaban ya a reventar. Los organizadores calculan que la asistencia superó las 3.000 personas.
El ambiente era de fiesta por todo lo alto. Además de las pañoletas oficiales, que este año eran de color violeta, los grupos de amigos que ya son incondicionales de la ruta -algunos a un lustro de cumplir la edad legal para beber- vestían camisetas con lemas variados. Algunos optaron por frases relacionadas directamente con la cita, como «Imos de viños», y otros aprovecharon para enviar mensajes desesperados, como «Soy virgen».
Cada uno establece el recorrido que desea por las 45 bodegas -la mayor parte excavadas en tierra o piedra- que participaban en esta undécima edición. En ellas se ofrecían vino y pinchos después del correspondiente abono de nueve euros a los organizadores, la asociación Penasdauga.
La única de la comarca
Esta vez ha sido la primera en varios años que la Ruta das Covas de Vilamartín es la única ruta das covas de la comarca. Las de O Barco y Seadur (Larouco) tuvieron que cambiar su nombre obligadas por Penasdauga, que registró el nombre. Esta circunstancia fue motivo de muchas bromas ayer en Vilamartín. «Esta é a mellor de todas con diferencia e querían copiala, pero terán que fastidiarse», decía taza en mano un vilamartinés.
Ajenos a este localismo, a la ruta asisten vecinos de todas partes de la comarca. De hecho, la organización fletó buses a O Barco y A Rúa. El transporte fue muy útil a la vuelta ya que, con muchas tazas encima y la Guardia Civil esperando a la salida del pueblo, era la decisión más responsable.