«¿Ti tamén, Emilio Pascual, meu xerente en B do PP?

José Manuel Rubín< / span> SIETE DÍAS, SIETE VOCES

OURENSE

27 nov 2014 . Actualizado a las 13:36 h.

La caja B (¡supuesta, por supuesto!) del Partido Popular de Ourense nos trae a la actualidad palabras como traición e ingratitud que anidan desde el inicio de los tiempos en el ser humano. A la vista de las acusaciones voluntarias que en sede judicial realizó el exgerente del PP de Ourense, Emilio Pascual, contra su exempresa y su exjefe Baltar, afloran esas palabras tan habituales en historias, públicas y privadas, teñidas de venganza y de rencor. Tras la irrupción en el juzgado de Lugo del exgerente, imagino a José Luis Baltar con el traje de senador romano (el que tanto le gustaba exhibir en la Festa do Esquecemento de Xinzo al lado de Isaac Vila), recordando la frase de Julio César: «¿Tú también, Bruto, hijo mío?». Porque la traición del gerente del PP de Ourense durante 27 años (de ellos 19 a las órdenes de José Luis Baltar) se asemeja a la del senador romano que habiendo recibido multitud de prebendas de su amigo Julio César conspiró hasta asesinarle. La historia quedó en los anales como un ejemplo de felonía al igual que quedará en la historia del PP la de Emilio Pascual, un hombre que todo lo consiguió gracias al partido al que ahora traiciona haciéndose merecedor del lamento de Baltar: «Ti tamén, Emilio Pascual, meu xerente en B do PP».

No creo que la jubilación lo haya transmutado de colaboracionista de Baltar en adalid de la limpieza de la política. Semeja que le mueve la revancha y el odio, términos impropios de una persona que tenía que estar más pendiente de la felicidad de los viajes del Imserso que del apuñalamiento, social y judicial, de quienes durante 27 años fueron sus jefes y le dieron una posición. De las prebendas de ser gerente del PP no habla Emilio Pascual en su denuncia.

Creería en el afán purificador de su acción si le pidiera a la jueza Pilar de Lara que investigara también los contratos del Concello de Ourense de aquella época. Por ejemplo, el que durante años tuvo como secretaria del alcalde Cabezas a su señora y los que posibilitaron que sus hijos consiguieran plaza como trabajadores fijos. Si la contrición que parece moverle a la hora de denunciar las finanzas del PP (¡cómo si su jefe Bárcenas no nos hubiese abierto los ojos sobre su financiación!) fuese sincera, no podía ceñirse a Baltar y cuatro más y sí extenderla a explicar a los ciudadanos, que fueron los que le pagaron su sueldo y el de toda su familia, por qué cuando cobró la indemnización en dinero negro no fue directo a la Justicia, para denunciar la práctica ilegal, y a Hacienda, para cotizar lo cobrado en B.

Decía el filósofo Schopenhauer en la Alemania del siglo XIX algo que rubricaría José Luis Baltar en el Ourense del XXI: «Mejor tener un enemigo que te da una bofetada en la cara que un amigo que te clava un puñal por la espalda».

José Luis Baltar, en su endiosamiento del ayer, no supo ver esta realidad y se rodeó de amigos que hoy le apuñalan, sea con los contratos ilegales de la Diputación de Ourense o con la caja B del PP. Bien es verdad que en el pecado de su miopía del ayer (no exenta de prepotencia) lleva la penitencia de las traiciones y desafectos que hoy le brotan por doquier para su desgracia y la de una sociedad ávida de personas honradas, honestas y leales.