Tener o no tener, esa es la cuestión

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

08 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es probable que ni mis abuelos ni mis padres se planteasen como un dilema existencial tener o no tener hijos. La familia simplemente llegaba. En mi generación ser padre suele requerir sesudos análisis que, generalmente, se derriten cuando hueles a tu bebé. No creo que nuestros abuelos o nuestros padres fueran inconscientes entonces ni que nosotros seamos especialmente conscientes ahora. Es cierto que las cosas han cambiado, también en Ourense, donde nos inquietamos si nadie da a luz (y de paso nos da luz) el primer día del año. La realidad demográfica es complejísima aunque en nuestro caso resulte fácil explicarla: nos morimos mucho y nacemos poco. Fomentar la natalidad debe ser prioritario para todos aquellos que tienen responsabilidad en la marcha de la provincia. Por eso hay que señalar con el dedo a las administraciones, que no pueden limitarse a los cuidados paliativos. Pero también tenemos que señalarnos con el dedo a nosotros mismos, a los que, finalmente, decidimos si empujamos el carrito o no. Los de mi generación, los que estamos orgullosos de poder tomar nuestras propias decisiones, no podemos ser cínicos y simplemente quejarnos de que, a este paso, no va a quedar ni quien apague la luz al salir. El fundamental, necesario e irrenunciable «Nosotras parimos, nosotras decidimos» también tiene retorno cuando decidimos, con todo el derecho del mundo, no parir. Que la provincia se arrugue más o menos es cosa de la Administración, pero también de cada uno. Decidimos no tener hijos porque no podemos darle lo mejor o porque queremos lo mejor para nosotros; decidimos tener uno porque con dos no podríamos prestar la necesaria atención; decidimos tener dos para que se hagan compañía; tenemos tres y es casi un exotismo. Pero, si el cuerpo no dice otra cosa, decidimos.

Las cosas no son sencillas, claro. Hace falta trabajo. Y hay que ser responsable. Pero estoy segura de que mis abuelos no lo tuvieron más fácil que yo. Y ahí están mis padres: incluyéndolos a ellos, suman nueve hermanos.