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MIGUEL VILLAR

Las multitudes viajeras de Eligio en la galería de arte Visol, que celebra su 21 cumpleaños

24 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Necesito la vibración del ser humano sobre el lienzo». Genovés.

La Galería de Arte Visol, celebra su veintiún cumpleaños dinamizando el arte ourensano con la exposición que Eligio Iglesias presenta bajo el titulo Roma y Venecia. El artista plantea una colección diáfana y hedonista con sensación de vitalismo y alegría de vivir desde su estilo personal como una arquitectura esencial en el planteamiento del cuadro, convirtiendo en elementos constitutivos la luz, la textura y el color.

Cabe destacar en sus composiciones, el rigor escultórico y uso de la materia pictórica, una deconstrucción que en la superficie del cuadro se va llenando de elementos dinámicos, de anatomías y manchas que dan forma a un organismo viviente, suma de entidades autónomas que forman parte de un magma pictórico; concreciones individuales y paradójicamente no independientes, formando un todo y como parte de una doble lectura: el individuo y su función en sociedad, la multitud, el colectivo humano a vista de pájaro, miniaturizado. La comprensión de la acción aislada es fundamental para el análisis narrativo de la escena coral, cada fragmento tiene su propio significado y en la relación con las otras escenas, concreta la anécdota, conectando en la realización plástica la expresión de la corriente emocional. Este discurso se construye con la yuxtaposición de tintas planas y estructuras pictóricas con una base empastada de óleo con distinta calidad cinemática que construye elevadas texturas.

Eligio plantea retratos en primer plano, más próximos al espectador que un paisaje que se esboza e intuye en una dinámica de desubicación contextual.

Realiza una alteración de la perspectiva atmosférica que produce una sensación de profundidad, al imitar el efecto de espacio que enturbia, empequeñece y varía la temperatura cromática de los objetos que parecen más fríos, azules y nubosos a distancia media y lejana.

Amplia a una percepción simultánea desde distintos puntos de vista, el elemento dinámico, el movimiento de la masa en sus desplazamientos, convergencias y espirales. En su planteamiento plástico se aproxima en sus representaciones de multitudes al gran Juan Genovés, desde un concepto más estético que de compromiso político, sin embargo, con un tratamiento de la figura como individuo y parte integrante del colectivo humano, representada de manera autónoma y con sus características particulares, su historia y en la concreción de los rasgos físicos y definición de la acción individual o en la relación de parejas o grupos familiares, sexo y edad pero sin la desesperación de la huida.

Eleva el horizonte, de la misma forma que Hockney y Velázquez en Las Meninas con una percepción simultánea que consigue alterar profundidad y proximidad.

Eligio aborda el tema del locus amoenus, en vagas y difusas, aunque reconocibles alusiones al paisaje de Roma y Venecia en sus perfiles reconocibles: Plaza de San Pedro, San Marcos…

El efecto festivo se multiplica en el tríptico que celebra, entre la confusión de la multitud, una boda. Vaporettos, góndolas y otras embarcaciones transbordadoras agitan multicolores las aguas del canal con su ir y venir bullicioso de gente y el fantasma gris de un trasatlántico. Cabe destacar el detalle con el que Eligio construye las figuras en la (in)definición de los personajes y acciones. En ese dinamismo caótico enfrenta a los novios en primer término y un desfile heterogéneo de personajes: mujer que avanza abrazando a sendos niños, a modo de pietá moderna que eleva una composición piramidal cuyo vértice marca la confusión de turistas ataviados con cámaras de fotos, mochilas, sombreros y ropa de verano que descienden y suben a las góndolas, donde los gondoleros esperan con sus camisetas rayadas. Muchedumbres desplazadas, ocio vacacional captado por el ojo de un flâneur diletante, testigo de idas y venidas. Conquista la representación del instante con espontánea vivacidad en abruptos y arriesgados escorzos que acercan y alejan profundidad y perspectiva y que alterna con masas que avanzan de frente con diferencias ópticas de tamaño y expresivas, presencias tan rotundas como altorrelieves. El Gran Canal perece un cielo almidonado de Van Gogh, eco de multitudes con efecto de sinestesia, juegos infantiles y carnaciones empastadas. Paisajes deconstruidos por la mancha, suavidad en los colores pastel. Bacanales de cuerpos retorcidos, concreciones matéricas. Distintos reflejos y efectos cromáticos en la alternancia de las pinceladas cortas y empastadas con efecto de magma pictórico y la pincelada larga y envolvente.