Isabel Fuentes fue asesinada la única noche que su compañera de habitación estaba sola

La Voz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Pepe Seoane

La familia censura que nada les dijeran sobre las sospechas que recaían sobre Aniceto

22 jun 2017 . Actualizado a las 12:46 h.

Aniceto Rodríguez, acusado de asesinato por la muerte de su esposa Isabel Fuentes en una habitación del CHUO durante la madrugada del 8 de mayo del 2015, asiste en silencio a la exposición de conclusiones en la cuarta y última sesión de la vista oral en la Audiencia Provincial de Ourense. La fiscalía pide penas que suman 39 años de prisión por un asesinato consumado y otro intentado en torno a la medianoche del 1 al 2 de abril anterior. La acusación particular eleva la solicitud a 49 años de cárcel por los delitos, al apreciar ensañamiento en los golpes propinados con un martillo cuando ella dormitaba en su casa de Pazos, en Verín.La fiscalía, anticipándose a la invocación del trastorno mental transitorio en el momento de la muerte, se pregunta si eso es compatible con haber acudido al CHUO con un cuchillo, con una nota aclaratoria y con una previa planificación para matar a Isabel de dos puñaladas. El fiscal ve especialmente significativo que el acusado, en un gesto de máxima violencia machista , decide incluso que los incineren juntos.

La acusación particular enfatizo en su informe cómo a la familia de Isabel Fuentes nunca se le dio la opción de protegerla con sus propios medios, como hubieran hecho, de saber que existían sospechas fundadas sobre la autoría de la primera agresión. Para la familia, dijo la abogada en su informe, es como si la hubieran matado dos veces.

Isabel Fuentes murió apuñalada en una habitación del CHUO, presuntamente por su marido Aniceto Rodríguez, en la madrugada del 8 de mayo del 2015. Aquella noche era la primera en la que no se quedaba a dormir algún familiar de la mujer con quien llevaba una semana compartiendo la habitación 417. Al día siguiente le daban el alta. Aniceto lo sabía. Y sabía también, como declaró Teresa Rodríguez, prima de Isabel, que la familia de esta última ya se movilizaba para acompañar a quien entonces veían como un apenado marido. Les habían dicho que la evolución de la mujer era buena, por lo que incluso pensaban que podría abandonar el CHUO. De no ser así, se turnarían para quedarse con ella a dormir. La suma de las dos circunstancias hacía que aquella noche fuera diferente. Tanto lo fue que el asesino la aprovechó para matar a Isabel.

La prima de la víctima, en su declaración como testigo, reiteró que para la familia constituyó una gran sorpresa el desenlace. Nunca habían visto el más mínimo roce, ni una palabra más alta que otra, ni un mal gesto por parte de Aniceto en su relación con Isabel. Es lo último que podían esperar. Con la distancia que da saber cómo se desarrollaron los acontecimientos, o al menos el final, Teresa sospecha ahora por qué Aniceto, cuando Isabel estaba en la UCI, le pidió a ella que le bajara la sábana que cubría el cuerpo a la mujer malherida. Tal vez querría ver, cree la testigo, si presentaba alguna lesión como consecuencia de la primera agresión en la vivienda de Pazos. La prima, sea como fuere, se opuso a que le bajara la sábana, por razones de pudor, al no entender los motivos que Aniceto Rodríguez pudiera tener para formular tal petición.

Los forenses creen que el acusado, a quien gusta jugar al tute en la cárcel, exagera el efecto del ictus

El acusado, Aniceto Rodríguez, respondió el lunes con evasivas a gran parte de las preguntas que le fueron formuladas. A juzgar por sus respuestas, su memoria estaría muy tocada. Con «no recuerdo nada» contestó a buena parte de las cuestiones importantes que le plantearon el fiscal y la acusación particular. Los médicos forenses, particularmente los informes de psicología, creen que exagera. Intenta presentarse, dicen, como si estuviera más dañado de lo que está.

Tampoco los peritos del Imelga hallaron signos de que hubiera sufrido una depresión, o alguna enfermedad mental. Nada en el pasado, resaltaron, sustenta la existencia de patologías mentales, según indicaron a la sala, sin dejar de indicar que para llegar a esas conclusiones se habían visto el historial clínico, se habían hecho entrevistas con él y también con su hija y con un sobrino. Los test que le hicieron, vinieron a decir, contradicen sus explicaciones y el contenido de las conversaciones.

De esos encuentros, a modo de referencia para situar el perfil del acusado, los forenses destacan cómo en las conversaciones de aproximación admitió Aniceto Rodríguez que se encontraba cómodo en la cárcel de Pereiro, que lo trataban bien, que tenía siempre a otro preso con él para ayudarlo y que, además, le gustaba jugar a las cartas, particularmente al tute. Sobre el intento de quitarse la vida, los peritos estiman que, aunque frustrado, fue un suicidio lúcido.

En el cuchillo hallado en la habitación había ADN del imputado y no de la víctima

La tercera sesión del juicio dejó también el testimonio de los peritos especialistas en ADN. Solo había sangre del acusado en el cuchillo presuntamente usado para matar a Isabel y para el intento de suicidio de Aniceto. Borrar restos, aclararon los técnicos, es relativamente fácil, si se lava el objeto con lejía, con agua caliente o con algún desinfectante. Por otra parte, en la nota hallada en la habitación, supuestamente manuscrita por Aniceto, aparecieron restos de ADN del acusado. Para hoy quedan los últimos peritos y los informes de las partes antes de que este caso por dos asesinatos, uno frustrado, quede visto para sentencia.