Dos opciones con historia para disfrutar de la empanada gallega

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Yolanda, Javier y Alba, en la panadería Palillos
Yolanda, Javier y Alba, en la panadería Palillos Santi M. Amil

Tres generaciones han pasado por la panadería Palillos y en la San Marcial tienen más de ochenta años de trayectoria

09 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La empanada es una elaboración tan popular que tiene hasta un día propio en el calendario, el 8 de abril. Este plato, que cuenta con una versión propia, típica de la gastronomía gallega, gusta a todas las edades y con todos los rellenos. En Ourense hay muchas opciones para disfrutarlas, algunas con casi medio siglo de historia. Ese es el caso de la panadería Palillos, en donde llevan horneando empanadas desde principios de los años ochenta. La abrieron Antonio Gardón y Teresa Fernández, un matrimonio ourensano que emigró a Alemania. «Os meus sogros foron panadeiros toda a vida. Cando volveron a Galicia montaron o seu propio obradoiro e despacho», explica Javier Laude, que se sumó al negocio de la familia de su mujer, Yolanda Gardón, hace ocho años, aunque lleva cerca de veinte ayudando. «Yolanda púxose á fronte cando se xubilou súa nai, aínda que se criou aquí dende nena», añade.

En Palillos preparan cerca de 800 empanadas a la semana. «Penso que o segredo está na calidade, xa que apostamos polos mellores ingredientes, aínda que teñan un prezo máis elevado. Ao final, facemos empanadas todos os días e traballamos moito a masa que, no noso caso, queda sempre fina e crocante», explica Javier. Tienen el obrador en la ciudad, al lado del puente que hay entre la Residencia y la nueva urbanización de Barrocás, pero sirven a varios despachos de la provincia y lo mejor es encargarles los pedidos con anterioridad.

La favorita de sus clientes es la de zamburiñas. «Tamén sae moitísimo a campeira, que leva carne, chourizo e panceta», comenta el panadero ourensano. Las hacen de pollo, con setas, de xoubas, mejillones, carne... «A verdade é que en Palillos sempre se traballou moi ben, dende que a abriron os meus sogros. Nós seguimos facendo exactamente a mesma empanada, apostando pola súa fórmula e tratando de pór en valor a tradición galega», cuenta Javier. Él y su mujer ya tienen relevo. Su hija Alba, de 20 años, lleva ya tiempo ayudándoles en el despacho. «De feito empeza a estudar Panadería na Escola de Vilamarín este ano», dice orgulloso el padre de la joven.

Esta familia no celebra de forma especial el Día de la Empanada, pero les honra que el producto que llevan elaborando desde hace medio siglo cuente con tal reconocimiento. «É un produto noso, da casa, típico de Galicia e da nosa gastronomía, así que penso que é moi importante tirar disto. A tradición non se pode perder», confiesa Javier.

Además de en su propio obrador, también pueden comprarse empanadas de Palillos en otros establecimientos como en La Cazuela, en Bedoya; en la frutería Bo Paladar, en Ervedelo; o en la tienda Elsa, en la rúa Afonso X, entre otros.

Noé posa con las empanadas de San Marcial
Noé posa con las empanadas de San Marcial Santi M. Amil

Del horno del pueblo a un despacho en el centro

Los bisabuelos de Noé Seara eran panaderos. Ellos regentaban el horno del pueblo, en Sobrado do Bispo (Barbadás). Empezaron a hacerlo en 1940. «Alquilaban el horno a los vecinos, que traían su masa y hacían su pan», cuenta. Los abuelos de Noé trasladaron el negocio a Ourense y abrieron en la calle Villar. «Aunque no tenían un nombre como tal, todos conocían el establecimiento como el horno de la Teresa, que era como se llamaba mi abuela», explica.

Hace cerca de 35 años abrieron un segundo despacho, en la plaza San Marcial, también en el casco histórico ourensano, y la panadería recibió directamente el nombre de su nueva ubicación. «Mi padre y mis tíos se hicieron cargo de ese local. Yo siempre he ayudado a mi familia, aunque he sido monitor de gimnasio durante muchos años», cuenta Noé, que en el 2016, cuando se jubiló su padre, se lanzó a coger la panadería San Marcial. «No quería que se perdiese un negocio con tanta tradición familiar», confiesa. «Ellos vendían mucho pan, pero yo me he especializado en empanadas», añade. Hacen cerca de 200 a la semana. Las tienen de carne, bonito, bacalao, mejillones, zamburiñas, zorza, pollo, congrio, xoubas y hasta una vegetal. «La que más se vende, con diferencia, es la de carne. Diría que nuestra especialidad está en la masa, que queda siempre fina. Aquí no usamos máquinas, hacemos todo a mano y eso se nota mucho en el resultado. Además luego le ponemos mucho relleno», cuenta. Ese grosor de la masa, especialmente delgado, es lo que más llama la atención de los clientes.