La Guardia Civil prueba la última tecnología en rescates en barrancos

Alfredo López Penide
lópez penide PONTE CALDELAS / LA VOZ

A POBRA DE TRIVES

GUARDIA CIVIL

El grupo de montaña de Trives testó una camilla que revolucionará su labor

23 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta ahora, los agentes del Servicio de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) de la Guardia Civil tenían que habilitar todo un complejo sistema de cuerdas, desviadores y tirolinas para rescatar a cualquier persona que sufriera un accidente en un barranco atravesado por un río con bastante caudal. Y todo «para evitar que la camilla fuera por el agua porque, en el caso de que le viniera el mangazo, el herido se ahogaría», explicaba ayer el teniente Pablo Villabrille, oficial jefe del Sereim de Cangas de Onís (Asturias).

Todo esta filosofía y forma de actuar puede dar un giro de 180 grados con una nueva camilla que los agentes de los distintos grupos de montaña están probando en Ponte Caldelas (Pontevedra).

«Es bastante revolucionaria», apunta Villabrille, al tiempo que destaca sus principales características: «Es hermética. Puede bajar por el mangazo de agua, puede flotar y, de hecho, tiene un alto nivel de flotabilidad, porque es estanca».

Menos riesgo

Esto es especialmente importante, ya que se minimiza considerablemente el riesgo de hipotermia. «Con otras camillas siempre [el herido] está en contacto con el agua y así evitamos la hipotermia. Es uno de los factores que pueden agravar su situación», apunta el cabo Fernando Posada Sebastián, responsable del grupo de Trives.

De este modo, la camilla puede ser desplazada en todo momento por el agua hasta un punto convenido, donde pueda ser retirada a la orilla. Será allí donde los servicios médicos atiendan al accidentado. «Agilizamos el tiempo de evacuación», remarca Pablo Villabrille, al tiempo que incide en que el lesionado es transportado con mayor confort, lo que también es una ventaja.

En todo caso, apunta que esta revolucionaria camilla solo es apta para aquellos barrancos en los que los ríos tengan bastante caudal. Y es que , según explica Villabrille, en aquellos otros en los que «predomine más la verticalidad, donde son rápeles y son más secos, se emplearían otro tipo de camillas»; en concreto las que acostumbran a utilizar los guardias civiles en estas intervenciones. De este modo, durante la jornada de ayer, veinticinco agentes de los grupos y equipos de Rescate e Intervención en Montaña de Cangas de Onis y Mieres, en Asturias; Potes, en Cantabria; Sabero, en León; y Pobra de Trives pudieron comprobar esta nueva concepción del rescate, simulando la evacuación de un barranquista que se había fracturado una pierna.

Este tipo de emergencias son hasta cierto punto bastante habituales, toda vez que con el buen tiempo aumentan los aficionados a esta actividad. El puesto de Trives, compuesto por un cabo y seis guardias, suele atender una media de catorce rescates al año. «Los accidentes se incrementan en verano, porque en invierno el agua está muy fría», apunta el cabo Posada. «Para mí esto es un trabajo y tengo toda la disponibilidad de tiempo posible, pero hay gente que tiene el domingo para hacer esta actividad y aunque se encuentre mal ese día o esté el caudal alto, se meten porque es el día que pueden hacerlo. Lo que hay que pensar es que estás mal, ya volverás otro domingo. No pasa nada», recomienda.

Una afición que puede acarrear un susto si se afronta sin la formación técnica necesaria

El barranquismo es una actividad en auge, pero para evitar que equipos como el del teniente Villabrille tengan que acudir en nuestro rescate es importante practicarlo con una base técnica y conocimientos suficientes del medio al que se va a acceder.

El teniente tiene claro que el consejo fundamental para los aficionados al barranquismo «es que hay que asumir que es una actividad muy técnica; no es como una andaina o un paseo por el campo, que podemos afrontar sin cualificación alguna porque nos vamos a saber desenvolver».

Es por ello que, insistió, se deben conocer las técnicas de rápel, pero también de evacuación y de manejo de cuerdas. Otro aspecto importante es saber interpretar las condiciones en las que se encuentra la zona en la que se va a practicar, dependiendo de la época del año, la temperatura o incluso el nivel de agua. «Es una actividad que pasa de ser técnicamente sencilla con un caudal bajo a ser realmente peligrosa cuando el nivel de agua es muy alto», señala.

Este último es, por ejemplo, un factor que puede ocasionar más de un disgusto. «Los aficionados deben valorar previamente el caudal del río y asumir que, debido a que se alimenta en distintos puntos de su recorrido por diferentes arroyos, este puede incrementarse considerablemente en la zona encajonada, de tal modo que un exceso de confianza puede significar la muerte», remarca. Villabrille considera que en esta época, por ejemplo, «es complicada porque los barrancos todavía tienen bastante carga de agua». Su consejo es conciso y claro: «Es mejor esperar y hacer la actividad con seguridad».