El Seprona detectó en Ourense tres casos de maltrato animal este año

m. Rodríguez., M. cobas OURENSE / LA VOZ

BARBADÁS

LOLITA VÁZQUEZ

El 2015 hubo seis denuncias por mascotas sacrificadas o abandonadas

13 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El caso del perro de A Rúa, hallado en un estado famélico y atado con una cadena, es el tercero de presunto maltrato animal detectado por el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) en lo que va de año en la provincia de Ourense. El dueño del can fue detenido por persistir en mantener al animal en malas condiciones pese a las advertencias y denuncia de los agentes del instituto armado que descubrieron al perro.

Anteriormente, el Seprona tiene registrados otros dos casos de posible maltrato animal en la provincia de Ourense. En Vences (Monterrei) se descubrió en febrero a un perro herido por munición de una escopeta de caza. Y el mes pasado se encontraron a dos caballos que estaban en mal estado en un establo de Sandiás, según fuentes de la Guardia Civil.

El año pasado, fueron seis las denuncias tramitadas en el Seprona por maltrato animal. En Barbadás aparecieron cinco perros muertos en el mes de febrero. Habían sido sacrificados con una escopeta. En Francelos (Ribadavia) el pasado verano se encontraron unos gatos ahogados y en la capital de O Ribeiro se descubrió a un perro al que habían dejado solo en el interior de un vehículo en pleno mes de agosto.

Hasta diciembre no se registraron más casos conocidos, pero ese mes hubo tres. Una camada de perros abandonada en Castrelo do Val, un toro muerto en Beariz y un gato muerto a golpes en A Rúa.

«Cinco personas se interesaron por el perro; y tenemos 70 más en adopción»

Ayer a las doce de la mañana había comido ya dos veces, las que marca la pauta del veterinario. Es el tratamiento de recuperación del boxer de un año que el miércoles fue trasladado, desnutrido, a la perrera comarcal de A Rúa de Valdeorras. Lo llevó su propietario, que pagó las tasas para poder dejarlo allí. Lo hizo después de que la Guardia Civil lo detuviese, acusado de maltrato animal por tener al can atado con una cadena de apenas 2,5 metros, sin comida ni agua. De hecho, el principal problema de salud que presenta el animal es la severa desnutrición que sufre. El tiempo de recuperación dependerá del propio can. En la experiencia de la perrera cuentan que eso depende de cada animal, que hay algunos que precisan un mes, y que otros que llegan en peores condiciones, en una semana ya están listos para entrar en la lista de adopción.

De momento no se sabe cuándo el cachorro podrá abandonar su hogar provisional. Mientras, se deja querer. En su caseta, si le abren la puerta, sale. Pero no está para grandes paseos; en las piernas temblorosas se le nota la flojera del hambre sufrida. Ya tiene candidatos a llevárselo a casa. «Llamaron cinco personas para interesarse por él», explica uno de los trabajadores de la perrera. Su compañero, acto seguido, apostilla: «Y tenemos 70 más en adopción». Es una invitación a aquellos que, tras conocer el caso de maltrato animal, piensen en la idea de hacerse con una mascota. Porque en la perrera comarcal -dependiente de la red de la Diputación, que tiene otras cuatro en la provincia- entran más perros de los que salen. «Alguno lleva esperando que los adopten desde que abrimos», explica el trabajador del servicio, que de esta forma desmiente «un rumor infundado», dice, de que en las perreras se sacrifican animales si no encuentran adoptante.

en directo en la perrera de a rúa de valdeorras

Cientos de gusanos en la pata de un potro con una herida abierta que no tenía cuidados

La protectora de gatos y perros de Ourense (Progape) rescató esta semana un potro con una herida abierta en una pierna. Un vecino alertó de la situación en una finca cercana a la capital, donde el animal se había roto una pata y no estaba recibiendo ningún tipo de cuidado veterinario. Cuando llegaron los miembros de la protectora (acompañados de la Policía Local) descubrieron que el potrillo tenía cientos de gusanos en la herida, y la pata medio necrosada. «Llevaba diez días muerto de dolor, y la primera opción, ante la gravedad de la situación, fue pensar en eutanasiarle», reconoce María del Campo, responsable de Progape. Finalmente, un grupo de voluntarios -la protectora no se hace cargo de este tipo de animales- decidió luchar por el animal. Con el potro se llevaron a su madre, que el propietario cedió ante las explicaciones de que (al estar mamando) las consecuencias penales del caso serán más duras si el animal acaba muriendo. El dueño del potrillo se enfrenta a penas de entre tres meses y año y medio de prisión.