Cuatrocientos ourensanos ejercitan su mente en los talleres de Afaor

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

BARBADÁS

Santi M. Amil

La actividad tiene carácter preventivo y se enfoca a adultos sin deterioro cognitivo

19 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tienen entre 50 y 87 años y su historia de vida es muy diferente, pero todos comparten mesa y tareas dos veces por semana en los talleres de estimulación cognitiva que Afaor, la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer tiene en marcha para adultos sin deterioro cognitivo. Se trata de una iniciativa con la que la entidad pretende potenciar la prevención y que es independiente de la que se ofrece a los afectados por alzhéimer, párkinson y otras enfermedades degenerativas. Además de en la sede que el colectivo tiene en la calle Nosa Señora da Saínza, los profesionales de Afaor desarrollan esta misma actividad en otros puntos tanto de la ciudad como de otros municipios a través de convenios con los concellos o con otras entidades.

En conjunto, cuatrocientos ourensanos han decidido dar el paso de ejercitar y mantener en forma su mente con la ayuda de este colectivo. En el local de la Saínza hay dos grupos semanales de quince personas cada uno, pero en el Concello de Ourense se realizan otros once talleres similares que suman 240 participantes, la mayoría a través del programa que la concejalía de Participación Ciudadana ofrece en barrios y asociaciones.

Barbadás es el segundo municipio con más oferta. Los hay en A Valenzá, Finca Fierro, Piñor y Loiro. Además, en colaboración con la Fundación Dorzán también funciona uno en Moreiras, en el Concello de Toén.

Muchos de los participantes, sobre todo los que están ya jubilados, reconocen que les costó dar el paso y lo hicieron empujados por sus hijos; pero también hay personas que conocían la labor de la entidad desde hace años, cuando cuidaban a algún familiar, generalmente marido o padres, afectados de alzhéimer. La razón es que las mujeres son mayoría en el taller de A Saínza y en muchos de los que se desarrollan.

Pero también hay varones. Algunos, como Manuel lleva cerca de cinco años, y otros como Jorge, apenas unos meses. Este ourensano es una de las excepciones al perfil mayoritario no solo por la edad -tiene 50 años- sino también por que su asistencia responde a una recomendación médica. «Tengo pérdida de memoria reciente, porque tenía un problema con el sueño. Yo tenía tantas cosas en la cabeza que dormía una o dos horas, a veces ninguna», señala. A él no le preocupa ser el más joven del grupo. «La verdad es que al principio me costó, porque veía que todos me superaban en los ejercicios; pero ver lo luchadores que son me animó muchísimo», señala. Otros, como el matrimonio de Lita y Francisco, prefirieron anotarse juntos a la experiencia.

También hay casos en los que el taller surgió más como necesidad para volver a entablar relaciones sociales y romper el aislamiento o intentar esquivar los sentimientos negativos y la depresión después de la pérdida de algún ser querido. Hay casos, como el de Mari Carmen, que se anotó porque ha podido comprobar que este tipo de actividad da resultados. «A mi cuñada le ha ido muy pero que muy bien», señala esta ourensana que lleva tan solo tres meses en la experiencia. Algunos son mucho más veteranos y ya han cumplido hasta cinco años asistiendo de forma continuada. Cuando se les pregunta si notan mejoría, la respuesta general es «mucha», pero no se refieren solo a la capacidad para memorizar o recordar cosas. «Esto es rejuvenecer», afirma Mabel. «Sí, es volver a la infancia. Incluso copiamos», bromea un septuagenario de nombre Juan.

«La mente se trabaja incluso jugando a las cartas o al bingo»

Sopas de letras, sudokus, operaciones matemáticas, juegos, problemas de lógica... El taller de estimulación cognitiva va más allá de ejercitar la memoria. «Trabajamos todas las funciones mentales superiores, todo lo que haga pensar», dice Sira Gago, la psicóloga de Afaor. Apunta que las nuevas tecnologías también provocan que se ejerciten menos funciones cerebrales. «No recordamos los números de teléfono porque no hacemos el esfuerzo de memorizarlos; porque tenemos agendas. No hacemos cálculo mental porque hay calculadoras. Nuestro cerebro trabaja menos y se acostumbra a no prestar atención», señala. Esa es la razón por la que, a entender de Gago, las próximas generaciones necesitarán a una edad más temprana, este tipo de talleres. «Los mayores olvidan más, incluso el día que es, porque ya no tienen que estar pendientes de tantas cosas y el cerebro se relaja». También advierte del riesgo de realizar por ellos tareas para ahorrarles esfuerzos. «Si tú los vistes o los peinas, también olvidarán movimientos; hay que incentivar la autonomía de los mayores y no hacerlos dependientes prematuros». El aislamiento es otro problema. La psicóloga recomienda a los mayores salir «aunque sea a jugar una partida; la mente se ejercita incluso jugando a las cartas o al bingo».