«Fui un aventurero, un chaval que a los 22 años se marchó a Estados Unidos»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

BOBORÁS

Santi M. Amil

A sus 76 años, el científico gallego sigue en activo. «Soy el primero en llegar al trabajo»

30 mar 2017 . Actualizado a las 13:12 h.

Juan Ramón Sanmartín Losada regresó ayer a Ourense después de mucho tiempo. El científico, natural de A Estrada, dio una conferencia por la tarde en el foro que se desarrolla en la escuela de ingeniería aeroespacial del campus. Horas antes, por la mañana, visitó el pazo de Moldes, un lugar al que de niño acudía con frecuencia como sobrino del intelectual Antón Losada Diéguez, originario de Boborás. A sus 76 años el profesor Sanmartín acumula un amplísimo currículo formado en varias universidades que comenzó en la década de los 60 del siglo pasado, cuando se fue a Madrid para estudiar Física e Ingeniería Aeroespacial.

-En su época no era frecuente estudiar, y menos acabar la carrera y marchar a Estados Unidos...

-Empecé los estudios a los 17. Era una carrera de siete años y la terminé en el año 1965. Luego me fui un tiempo a Estados Unidos. Aquello era un mundo diferente, tanto que pese a trabajar de investigador asociado, que es un puesto temporal, cobré el dinero suficiente para comprarme un piso y un coche nada más regresar a España, porque había una diferencia enorme. Estoy satisfecho y me da mucho orgullo haber sido un aventurero, un chaval de A Estrada que se fue a hacer la tesis a Estados Unidos. Entonces era una época complicada.

-¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar en Princeton?

-De mi escuela íbamos uno cada año, tanto a Princeton como al Instituto Tecnológico de Massachusetts. Había una interacción alta porque el ministro de educación en aquella época, Gregorio Millán Barbany, era un aeronáutico que tenía muy buena relación con Theodore Von Karman, un ingeniero y físico húngaro-estadounidense que realizó importantes contribuciones en el campo de la aeronáutica y la astronáutica.

-A lo largo de su carrera ha participado en proyectos de distintas agencias espaciales. Desde hace unos años su trabajo se centra en las denominadas «amarras espaciales» . ¿En qué consisten?

-Se trata de una tecnología muy reciente en la que yo he tenido un papel importante. Se despliega en un satélite que está en órbita y es un cable delgado que puede tener una longitud de varios kilómetros de largo. Tiene que ser conductor y por lo general hecho en aluminio, porque es muy ligero. Esa amarra tiene aplicaciones en la Tierra, pero también puede servir para explorar las grandes lunas, así llamo a los cuatro planetas gigantes, que son Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Además, puede ser útil para que la basura espacial reorbite y baje.

-¿Hay mucha basura espacial?

-Se considera que hay mucha basura, es un peligro, y lo será cada vez más si no hacemos algo. Ha habido dos casos famosos. Uno en el que los chinos mandaron un misil propio contra un satélite que también era de ellos. Fue en 2007 y produjo un horror de fragmentos: una tonelada y media de metralla por un choque que fue a propósito, un ensayo. Luego hubo otra colisión que también dejó muchos residuos, entre un satélite Cosmos ruso y uno americano.

-Usted vivió una época complicada, pero también de oportunidades. ¿Cómo ve las cosas hoy para los científicos?

-Ahora no es como antes, todo el mundo puede estudiar, pero es más complicado. Yo tengo alumnos, algunos ya doctores, que tienen difícil colocarse porque hay mucha competencia. Hay más escuelas de ingeniería aeronáutico, es una buena noticia que también haya una en Ourense, pero también hay muchas formas de buscarse la vida, aprovechando becas para estudiar fuera. También se deben cubrir las plazas que profesores jubilados como yo estamos dejando en las universidades.

-Esta jubilado, pero sigue trabajando...

-Soy profesor emérito. Sigo yendo todos los días al trabajo durante cinco horas y media y soy el primero que llega. Me gusta seguir investigando y presentando trabajos científicos.