Vilanova dos Infantes pide justicia para el crimen de su párroco: «Nosotros no olvidamos»

Marta Vázquez Fernández
m. vázquez OURENSE / LA VOZ

CELANOVA

Un momento del homenaje celebrado este domingo en Vilanova dos Infantes
Un momento del homenaje celebrado este domingo en Vilanova dos Infantes Santi M. Amil

Nueve años después del asesinato del sacerdote Adolfo Enríquez el caso sigue sin resolverse

11 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El 10 de marzo es una fecha marcada en negro en los calendarios de los vecinos de Vilanova dos Infantes (Celanova). Ese día, de hace ya nueve años, una o varias personas accedieron a la casa rectoral en la que vivía el cura y lo mataron a golpes. El crimen, que también supuso la desaparición de la imagen de la Virxe do Cristal, una figura singular de apenas cinco centímetros del siglo XVII, nunca se resolvió. Desde entonces los lugareños se movilizan año tras año para recordar a su querido Don Adolfo y, sobre todo, para pedir justicia.

Así lo hicieron este domingo. Más de medio centenar de personas secundaron el minuto de silencio convocado en la plaza del pueblo y depositaron claveles en la sepultura de Adolfo Enríquez, justo antes de celebrar una misa en su recuerdo. «Era una persona muy querida y lo sigue siendo. Nos dejó una huella imborrable», aseguraba David Núñez, que junto con otros jóvenes de la localidad puso en marcha hace un año una asociación para mantener el legado del párroco. Fue el encargado de la lectura de un manifiesto. «Queremos hacer un llamamiento para que se haga justicia», afirmó, recordando que «Adolfo fue un faro de luz en un mundo lleno de oscuridad». Puso en valor que el sacerdote siempre ayudó a todos los que se lo pidieron y destacó que con su muerte se perdió también una señal de identidad de la comarca, la imagen de la pequeña virgen tan querida por todos. «La defendió hasta el extremo de dar su vida por ella», aseguró David. «Hoy exigimos justicia; la muerte de Don Adolfo nos dejó una profunda tristeza. Nosotros no olvidamos y por eso seguimos pidiendo que quienes lo mataron sean puestos ante la justicia y se acabe la impunidad», clamó.

No faltaron a la convocatoria familiares del sacerdote, entre los que se encontraba José Manuel Enríquez, su sobrino, quien se mostró especialmente crítico con el fracaso de una investigación que se archivó tres años después del crimen. «Hoxe o que pedimos é unha xustiza que se nos leva negando oito anos», aseguró, lamentando haber sido «demasiado educado e inocente» por haber confiado en que el caso se resolvería pronto. «Estou enfadado ca xustiza, cos gobernantes, ca Garda Civil. As institución téñense que poñer as pilas xa. Estamos na metade do partido, aínda que penso que podemos gañar», dijo.

Hubo dos sospechosos

Adolfo Enríquez murió en un pajar de la casa rectoral de la parroquia de Vilanova dos Infantes la madrugada del 10 de marzo del 2015. En enero del año 2016, tras un arduo trabajo policial, se arrestó a dos sospechosos —los croatas, Elvir y Arsen F., tío y sobrino de 37 y 20 años respectivamente— pero nunca llegaron a ser procesados. Tras ser puestos a disposición judicial, la instructora del juzgado de Celanova decretó su puesta en libertad. Había contradicciones en sus declaraciones, pero no se hallaron pruebas claras que los incriminaran o demostraran que habían estado la noche de autos en Vilanova. Ambos habían recibido dinero del sacerdote, uno de ellos, Arsen, la misma mañana anterior al crimen. Elvir, por su parte, tenía relación con el cura desde hacía una década, según dijo tras su captura.

Los investigadores rastrearon sus teléfonos móviles y se descubrió que el del menor estaba apagado la noche del crimen y se activó a partir de las tres de la madrugada. El de su tío estaba ubicado en su casa del barrio ourensano de Vistahermosa. También se intentó revisar, sin éxito, sus mensajes en redes sociales.