En algunos despachos de la Casa de Chocolate molestó la foto de Miguel Villar que esta semana publicó La Voz y en la que se veía, con palmaria claridad, al exalcalde inhabilitado de Melón asistiendo a una reunión oficial en el despacho de la delegada de la Xunta con la regidora de ese municipio. El fotoperiodista no hizo otra cosa más que su trabajo, que es contar lo que alguien no quiere que se sepa. Molestó la foto cuando lo que debería molestar es la subordinación de Cristina Francisco, la desfachatez de Alberto Pardellas y la mal entendida cortesía (también podríamos hablar de irresponsabilidad) de Marisol Díaz. De tanto quedarnos ojipláticos con la política provincial hemos llegado a un punto en el que casi se ha anulado nuestra capacidad de escandalizarnos. Porque es un escándalo que este hombre, inhabilitado por la Justicia por prevaricador, siga accediendo a los despachos oficiales y, pongo la mano en el fuego, tratando como si fuera alguien con responsabilidad temas relativos al Concello de Melón. La foto lo pilló en el despacho de la delegación ourensana de la Xunta como probablemente lo podría haber pillado en la Diputación o en alguna consellería en Santiago. Y no digamos en el Concello de Melón. Lo terrible de esta falta de respeto a la Justicia, y si me lo permiten a la decencia, es que quieren hacernos creer que no es para tanto.
Y por si no fuera suficiente, uno de los argumentos para explicar su presencia, y para despejar dudas acerca de una injerencia en asuntos municipales, se basaba en que la conversación giró en torno a temas de partido y al congreso del PP. Desde luego, muy lógico usar un despacho de la Xunta para hablar de sus cositas. Otra vez los ojos como platos.
Para elevar el despropósito a la enésima potencia, el vicepresidente de la Xunta silbó cuando se le preguntó acerca de este tema. «Sobre a participación do exalcalde, non sei en calidade de que foi, polo tanto non podo valoralo». Es que ahí está el problema. Que nadie sabe en calidad de qué fue. Solo sabemos que está inhabilitado por prevaricar. Por eso no entendemos nada.