En el polígono te dan calabazas

Cándida Andaluz Corujo
Cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

MONTERREI

Álvaro Vaquero

El dueño de un taller ha creado un huerto en medio de un parque empresarial

26 jul 2017 . Actualizado a las 09:33 h.

El parque industrial de Pereiro de Aguiar tiene 604.253 metros cuadrados de terrenos en los que desarrollan su actividad cerca de cincuenta empresas. Un conglomerado industrial en el que se esconde un pequeño pero fructífero huerto. Hace quince años que Etelvino Rodríguez Dopazo eligió el polígono para montar el taller Monterrei. Encontró en este lugar no solo una manera de ganarse la vida, sino también un lugar en el que poder desarrollar una de sus pasiones: la horticultura. En una pequeña parcela, rodeada de cemento, crecen, y mucho, todo tipo de vegetales. «Esta zona estaba libre y llena de silvas. Desde pequeño me gustaba la agricultura y empecé poquito a poco», dice. Hace cinco años se animó con los girasoles y los pimientos. Hoy llena una despensa con calabazas, berenjenas, tomates, calabacines, sandías, melones, cebollas, ajos, repollos, fresas, lombardas, romanesco, zanahorias, coliflores... El terreno es poco, pero Etelvino lo distribuyó en bancales para aprovecharlo. Y, asegura, se da bastante bien. ¿Por qué? «Debe ser la zona. Está metido en una callejón y de noche tiene luz pública», explica. Todo lo que siembra es para consumo propio. Por eso, solo cultiva aquellas cosas que le gustan. Además, él también prepara las semillas: «Las guardo de un año para otro».

Ahora mismo el huerto está todo en fruto y dentro de poco ya empezará a recoger el resultado de su trabajo. «Mucha gente se asoma para verlo, porque se sorprende. No se imagina que pueda tener esto aquí. Alucinan», subraya. Y es más, dice que hasta la fecha no ha tenido ningún problema, ni de destrozos ni de robos. Y espera que así siga.

No solo se ocupa de cuidar los vegetales. Etelvino ha construido todas las partes del huerto, asentando la tierra, construyendo un sistema de regadío automático, instalando mecanismos para evitar a los insectos y las plagas y seccionando las zonas según el producto. «Aquí tengo los pimientos y tomates que a mí me gustan. Aquí lo que prefiere mi mujer. Cada uno consume los que quiere», explica mientras va recorriendo el huerto con cuidado. Con el mismo mimo prepara las semillas. Es el secreto, guardarlas de un año para otro.

«En los ratos que tengo voy cuidándolo y haciéndolo. Y cuando no estoy no hace falta demasiados cuidados, ya que tengo todo muy preparado», dice. Etelvino Rodríguez ha aprendido con los años. «Es ley de vida», dice. Y, aunque parece demasiado para el consumo de una sola familia, afirma: «Si hay muchos tomate, se hace salsa y se congela». No se asombre si un día, esperando por la ITV, le llevan al huerto.