Enmienda a la totalidad del PP de Feijoo al de Baltar

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

OURENSE CIUDAD

19 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No va más, dice el crupier cuando la bola surca la ruleta en busca de la anhelada suerte. Idéntica frase se dirá mañana al cierre del plazo de presentación de las candidaturas que aspiran a dirigir los 92 concellos de Ourense. A la espera del balance final, se plasma ya que no hay recambio para los partidos clásicos ni propósito de la enmienda en éstos. En la gran mayoría de las opciones hechas públicas se ve que los intereses personales priman sobre los colectivos. Ahí están las elecciones anuladas (la decisión de cuatro fulminó la libremente expresada por 1.400) de la plataforma Ourense en Común, o el espectáculo de Ciudadanos presentándose por puro prurito personal sin estar autorizados por la franquicia barcelonesa. O Coalición Galega desempolvando el cartel de la nostalgia en busca de unos segundos de gloria personal para dos iluminados. O Compromiso por Galicia, nutriéndose en la capital de ediles que fracasaron en sus circunscripciones rurales? Puro personalismo. El proyecto colectivo no interesa. Lo que importa es colocarse en el escaparate para ver si después la miopía ciudadana (esa gran mayoría silenciosa que muchas veces semeja ser ciega, sorda e irreflexiva) les permite colmar sus ansias de poder. El ejemplo más diáfano de este proceder lo dio el PP con la confección de la lista presentada esta semana a bombo y platillo (¡cómo se extraña en estos saraos el trombón de Baltar!). La misma refleja la ausencia de un proyecto colectivo y la existencia de dos partidos coexistiendo en las siglas populares. El de Jesús Vázquez y el de Rosendo Fernández. El de Alberto Núñez y el de Manuel Baltar. El que llegó de Santiago de la mano de Feijoo lamina al que estaba en Ourense de la mano de Baltar. Fue una depuración inédita e injusta. De los once ediles que la ciudadanía eligió en el 2011 y que, con mayor o menor fortuna, se fajaron en una difícil legislatura con PSOE y BNG, tan sólo repite Belén Iglesias. Utilizando un símil futbolístico, a los que pelearon los cuatro años se les envía al banquillo porque los intereses personales (hay que colocar a la parentela de los amigos) priman sobre los de los vecinos de Ourense. Es esto lo que les lleva a improvisar una lista (en la que hay sobresalientes, pero pocas, excepciones) hecha a base de ocurrencias y adornos como la de la nieta de Franqueira.

Siguiendo con el símil del fútbol (las patadas que se dan en este deporte y en la política son similares), lo que hizo el Partido Popular es como si el Barça, en la final de Champions cambia el equipo dejando en el banquillo a 10 titulares. Las rotaciones están bien pero con sentido de equipo y no inspiradas por el revanchismo. Si hablamos en términos políticos, lo hecho por Jesús Vázquez y su equipo (Feijoo, Cabezas, Poli Nóvoa, Rodríguez Cid y poco más), es una enmienda a la totalidad a la gestión del PP de Manuel Baltar (entretenido en sus shows personales, como el de ayer en Celanova) y Rosendo Fernández. Y eso, en un partido unido no se da, ni se permite, ni se fomenta.