El jardín de la vergüenza

Rubén Nóvoa Pérez
Rubén Nóvoa DESDE MI BARRIO

OURENSE CIUDAD

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Dijo el alcalde de Ourense, y no le falta razón, a cuenta del escenario que se abre tras ser firme la sentencia que anula el plan de As Burgas: «A realidade é outra e non os macrobalnearios». La realidad es, en este caso, muy cruda. Donde se proyectaron desde un hotel-balneario de cinco estrellas hasta un «village» de tiendas con palmeras traslúcidas (Baiget, como candidato de Terra Galega en el 2007, dixit) sigue habiendo una escombrera. En vez de ser un jardín de las delicias se ha convertido en el patio de nuestra vergüenza. Y es que a todos los que han pasado en las últimas dos décadas por el Concello debería ponérsele la cara colorada de no lograr reactivar esa actuación, que cayó en desgracia desde que un infausto proyecto dejara casi seco el manantial de As Burgas, con la inestimable colaboración de la voracidad urbanística del PP de Manuel Cabezas. Ese fue el origen, pero desde el año 2005 han pasado doce años y ni unos ni otros han logrado sacar al solar del atolladero. No se trata aquí de repartir culpas, pero ni PSOE-BNG ni PP han logrado revertir la situación. Pero en repartir las culpas no debe perderse ni un solo minuto más, toca que entre los 27 concejales de la corporación consensúen una solución digna de la que se vende como la capital termal de Galicia. Quizás sea tarde para macrobalnearios (que fue de aquellos mexicanos que parecía le habían cantado hasta un corrido mexicano a Agustín Fernández en su viaje por las Américas en el año 2013), pero no para saldar una deuda con una de las postales que se encuentran los turistas cuando llegan a Ourense.